martes, 7 de marzo de 2017

El peligro de la igualdad, sobre todo mal enseñada

Y hablando de cuestionamientos... no puedo evitar pensar si no nos estaremos equivocando de raíz.
Por más vueltas que le doy, no entiendo esa manía tan persistente que ha entrado de querer defender la igualdad, insana a mi entender, a toda costa. Entre otras cosas porque no parece que esté funcionando.
Veía hoy en las noticias que en un colegio asturiano leían cuentos pedagógicos para niños de escasos años cuya conclusión era que habían aprendido que "podemos hacer lo que queramos y que todos somos iguales".
Se ve que yo soy muy catastrófica pero más claro no puedo verlo.
¡¡¿¿Cómo vamos a pretender evitar desastres posteriores con esta semilla, que les será repetida indefinidamente??!!
Cuando te repiten años y años que somos iguales, lo más normal es que esperes  que efectivamente lo seamos. Y, lo siento por ir en contra del mundo pero, no es así. No vivimos las mismas experiencias, y aún siendo similares o prácticamente las mismas, cada uno las experimenta de una manera muy distinta. No reaccionamos igual, no tenemos los mismos sentimientos ante las mismas situaciones, no pensamos igual y no tenemos las mismas creencias ni las mismas ilusiones, como tampoco las mismas costumbres, ni las mismas carencias, ni las mismas vivencias. No, no somos iguales. Somos muy muy diferentes, muy peculiares, muy únicos e irrepetibles.
Y precisamente en lugar de enseñar, machacar, repetir, y defender sin hartura el derecho a ser diferentes, la obligación de respetar la diferencia, el valor de ser diferentes, la importancia de complementarnos,... no, nos venden desde la tierna infancia que somos iguales.
Pues la lógica no deja de funcionar por más que queramos, pues, "si somos iguales, tú tienes que pensar igual que yo, esperar lo mismo que yo, hacer lo mismo que yo y actuar, esperar y pensar de la forma en que yo espero que lo hagas, que es la mía, porque somos iguales como me han enseñado desde que tenía 3 años". ¿O es que acaso un niño de 3, 4 o 5 años entiende los diferentes matices de la frase "somos iguales", eso de ante la ley, como personas, en valores y derechos...?
Yo no lo tengo tan claro. Y para cuando puedan empezar a entenderlo...quizá ya lo tengan demasiado asumido.
 Mi lema es muy diferente precisamente porque somos diferentes y tenemos el derecho a ser diferentes y la obligación de respetar que los demás sean diferentes.
Pero claro...ni es políticamente correcto, ni es lo que se lleva...





Cuestionarse

No deja de sorprenderme ver actitudes tan desviadas o desafortunadas.
Desde luego que no dejan de serlo a mis ojos.
Y quizá cualquier otro observador las valora infinitamente mejor de lo que yo pudiera.
Y quizá precisamente por eso me extraña tanto, tanto, que ni siquiera se pueda poner en una mínima tela de juicio, o de duda, o de posibilidad, por pequeña que sea, de ser equivocada.
Y no deja de sorprenderme porque yo cuestiono todo lo que hago y se me ocurre, más de mil veces al día. No aspiro a que eso sea lo que hagan todos los demás. Los extremos no son buenos.
Y precisamente por eso me descolocan tanto el autoaplauso y la autocomplacencia.
Ves, justo ahora me pregunto si no estaré equivocada pensando esto...
Igual debería imitar esas costumbres de darse a uno mismo palmaditas en la espalda y negarse a ver los errores, sean grandes o pequeños. Quizá eso me haría más feliz, y me estresaría menos, me haría ver todo de color de rosa... Uy, será eso, que el rosa nunca me ha gustado.
Tampoco es que me guste vivir estresada.
Pero algo me dice que no es el camino.
Mi extremo no será bueno. El otro menos.
Hace demasiado rígidos pues permite demasiado fácilmente rechazar y criticar al contrario y sentirse por encima, sin cuestionarse lo más mínimo. Y ya he visto que eso en mí es imposible.
Aspiro a que algún día pueda llegar al punto medio, ojalá pronto.

miércoles, 1 de marzo de 2017

A risas con la muerte

Tanto tiempo y regreso inevitablemente de la mano de la muerte.
Quizá sea ella quién me sacó de mi letargo, quién me recordó una tarea olvidada, un anhelo escondido, un deseo marchitado.
Y es en ella en quién me detengo.
¡Qué fría...ausente a la vez que agobiante...descorazonadora a la vez que serena e inquieta...contradictoria sin remedio!...gris...o...bueno, no, amarilla. Sí, un amarillo insano, triste, lúgubre, mortecino, nunca mejor dicho.
Y la acompañamos a fuerza de risas, de chascarrillos y recuerdos burlones de otros tiempos, que yo imaginaba a la luz de los recuerdos que iba oyendo, y que se me antojaban mejores y merecedores de sana envidia.
¡Qué paradoja! Y supongo que por eso me llegó hondo, y a pesar de hacer ya varios días no se me olvida todo lo que me movilizó por dentro.
Cinco personas, tan solo cinco frente a ese tumulto incontable de otros tantos velatorios y ocasiones.
Riendo y recordando viejos tiempos con el alma henchida...
Mirando la muerte como oportunidad y no como castigo...
Son de esos contrasentidos tan especiales que te reaniman...
Es como despertar a la consciencia apagada...y, lo mejor, te devuelven Su aroma...