martes, 30 de diciembre de 2014

¿Qué te falta?

El miedo está siempre presente, listo, preparado para lo que haga falta.
Y si alguien no tiene puede coger el que quiera porque nunca se echa de menos, nunca, nunca.
La esperanza también está presente pero suele ser más rezagada, o más discreta, menos resultona.
La confianza suele ser la gran ausente, siempre llega tarde, y cuando llega escasea. Se empeña en no estar nunca a la altura.
Las contradicciones aparecen y desaparecen haciendo honor a su nombre, a veces abundan y otras veces parecen dispersarse.
El coraje suele ser poco protagonista, a veces se encara, pero suele ir a su aire.
La fuerza es la gran invisible, no deja de estar, lleva todo adelante, pero se hace de desear en algunos momentos.
Las exigencias también revolotean y van y vienen, todo les sabe siempre a poco.
La ilusión es la que dice que estará pero luego alguna excusa se le presenta y acaba desapareciendo.
La nostalgia es a la que todos tratan de esquivar pero nunca lo consiguen y siempre regresa.
El esfuerzo es el motor de todo para que siga adelante y nadie acabe retrocediendo o perdiéndose en el camino.
La misericordia, el deseo, y sobre todo el amor, son los artistas que dan sus pinceladas, pero no quieren ser protagonistas por más que se les ruegue.
La sonrisa, la ira, la resignación, la dulzura, son aún más escurridizas y aparecerán o no según se les antoje.
Todo está listo, para arrancar un nuevo día, un nuevo año, ¿una nueva vida?
Y a ti ¿qué te falta?

Balances

Qué fácil resulta a veces leer en otras historias que no son la propia, y qué de experiencias y consejos se nos vienen a la mente. Sin embargo, cuando es la nuestra la que está en juego son demasiados los peros, los obstáculos, los enojos, los recelos, todo lo que impide ver esas salidas y esas opciones que en otros casos nos resultan evidentes.
Es curioso. No es que despreciemos el miedo ajeno, ni que nuestro miedo sea mayor ni más importante. Tampoco es que nos sintamos superiores ni creamos que somos más sabios o expertos. O quizá sí...
El caso es que nos inmovilizamos y nos sentimos anclar con tal fuerza que todo lo demás a lo sumo rebota en nuestra mente sin dejar demasiada huella y sin calar hasta el punto de creer que pueda merecer la pena.
Nadie nos comprende, nadie puede ponerse en nuestra piel, nadie nos conoce al cien por cien, nadie puede asimilar la complejidad de nuestros entresijos más profundos, nadie sabe realmente, nadie es capaz de vivir lo que estamos viviendo, nadie...Puede ser... o puede que no.
Cuántas veces son otros los que mejor leen nuestra historia, los que ponderan adecuadamente la magnitud de los hechos, de los temores y de las realidades, los que son capaces de ver a donde nosotros no llegamos, los que se atreven a confiar en nosotros cuando nosotros mismos no lo hacemos. Y cuesta tanto, tanto, confiar en ello... y yo no puedo dejar de repetirme ¿por qué cuesta tanto confiar en el amor? ¿Qué tenemos que perder? Si estamos sufriendo igual, entonces ¿qué sentido tiene? ¿Por qué no confiamos en aquellos que realmente se preocupan por nosotros, nos necesitan, nos valoran, nos quieren?
La eterna respuesta: el miedo. Sí, puede ser, pero creo que es más hondo, mucho más, y no consigo llegar hasta ello, porque solo el miedo no puede frenar a algo que es tan fuerte. O quizá sí...
Supongo que es tiempo de pensar y hacer balance con todo ello...

viernes, 26 de diciembre de 2014

Frustraciones

Es muy fácil creer que nuestra forma de hacer las cosas y de ver el mundo es la mejor. Pero no deja de ser mi forma y mi mundo. Cuando queda ahí no hay problema, pero cuando son otras las personas que se cruzan en el camino, las cuentas ya no cuadran. Querer que otro actúe en su mundo a tu manera, o que tú actúes en tu mundo a la manera de otro, suele costar muchos roces, y hasta discusiones y malos momentos. Y asimilarlo tampoco es fácil.
Dos meses desde la última entrada me han hecho ver lo difícil que se me hace asimilar lo que se escapa de las manos y sobre todo del control.
Ahora que toca hacer repaso... Ahora que toca hacer revisiones... parece que se hace algo más fácil.
Con lo sencillo que sería poder aceptar las cosas como son y vivir conforme a ellas. Ay si nos dejaran ¡qué de retoques más monos haríamos verdad! Pero lo curioso de la vida y de las circunstancias es que encima van cambiando y cuando crees que ya te has amoldado a algo llega otra cosa, o llega otro alguien y de nuevo mudanza...
Y a lo que están siempre con la maleta en la mano posiblemente no les cueste ni se les haga tan marcadamente difícil como a los que nos afincamos en nuestro territorio-sofá y nos da pavor tener que movernos, más cuando encima hace frío.
Al final por mucho pataleo o resistencia, si no es una cosa es otra, y hasta los virus más fastidiosos te cambian los esquemas y te hacen vivir los momentos de una forma muy diferente a la que pensabas.
Y es que de frustraciones la vida viene llena, precisamente para enseñar que vivirla no es una receta a repetir si no un continuo cambio de planes en el que si te aferras demasiado no sales de los malos ratos.
¡Ayy con lo poco que costaría si se tuviera tan claro siempre! Pero no, entonces no tendría gracia por lo visto...Al menos me queda el derecho al pataleo...