Hoy me planteo el tan traído y llevado tema de la apariencia.
¿Serán simple apariencia esas sonrisas que parecen perennes? ¿ese ánimo aparentemente incansable?
Me pregunto si realmente sólo soy yo la que se tambalea al viento cuando se me van de la memoria tus palabras y tus gestos.
Me resulta tan difícil creer que mi tristeza a veces constante pueda mantenerse cuando eres mi gran descubrimiento y al mismo tiempo seas el motor de esas caras amables que a la hora de la verdad nunca se encuentran, bueno, casi nunca.
Pero también me planteo si en el fondo no será envidia, mi envidia, por descubrir algo tan tan hermoso que no se puede comunicar con palabras y que se me traba en los gestos y en los día a día.
Cuál es la realidad y cuál la apariencia. Desde luego que la receta es fácil: "por los frutos los conoceréis".
Pero de nuevo ahí la duda. ¿Cuáles son los frutos auténticos? ¿Los de la entrega a deshora a pesar de las tristezas y las lágrimas, la inconstancia y el desánimo? ¿Los de la sonrisa eterna pero ausente en tantos momentos y esquiva en tantos otros? ¿O quizá ningunos? ¿O quizá ambos?
Ay, no juzgar...qué gran lección y qué fácil de olvidar...
Y al final, siempre me quedo con el ojalá...sólo ojalá...
¿Serán simple apariencia esas sonrisas que parecen perennes? ¿ese ánimo aparentemente incansable?
Me pregunto si realmente sólo soy yo la que se tambalea al viento cuando se me van de la memoria tus palabras y tus gestos.
Me resulta tan difícil creer que mi tristeza a veces constante pueda mantenerse cuando eres mi gran descubrimiento y al mismo tiempo seas el motor de esas caras amables que a la hora de la verdad nunca se encuentran, bueno, casi nunca.
Pero también me planteo si en el fondo no será envidia, mi envidia, por descubrir algo tan tan hermoso que no se puede comunicar con palabras y que se me traba en los gestos y en los día a día.
Cuál es la realidad y cuál la apariencia. Desde luego que la receta es fácil: "por los frutos los conoceréis".
Pero de nuevo ahí la duda. ¿Cuáles son los frutos auténticos? ¿Los de la entrega a deshora a pesar de las tristezas y las lágrimas, la inconstancia y el desánimo? ¿Los de la sonrisa eterna pero ausente en tantos momentos y esquiva en tantos otros? ¿O quizá ningunos? ¿O quizá ambos?
Ay, no juzgar...qué gran lección y qué fácil de olvidar...
Y al final, siempre me quedo con el ojalá...sólo ojalá...