lunes, 27 de julio de 2015

Bajo control (Inside out)

Si se echa una ojeada por Internet, aparecen algo así como 100 aproximadamente, aún cuando las básicas puedan resumirse en 4 ó 5. Hablo de las tan importantes, temidas, necesarias, controladoras, manipuladoras a veces, odiosas otras, imprescindibles, vitales, arraigadas, fugaces y volátiles en otras ocasiones, y un sinfín de calificativos, que casi las supera en número,... las emociones.
Sin ellas no podríamos vivir. Pero es que a veces son ellas las que hacen tan, tan difícil este caminar que es la vida. O las controlas o te controlan. ¿O no es más bien nuestra vida el resultado de cómo se comportan ellas en sí mismas? 
Son reflexiones que me surgen a raíz de la divertida película de Pixar. 
La maduración emocional no puede darse sin unos recuerdos esenciales. De ahí la lucha incansable para que estos no se pierdan. Todo se puede tambalear, cambiar, o incluso destruirse, sin embargo tendrá solución, se podrá reconstruir y si no reemplazar. Los recuerdos esenciales no. Las bases emocionales de esa "urdimbre afectiva" de la que hablaba Rof Carballo son la esencia de la persona y su personalidad solo tendrá arraigo, fuerza, vida, a partir de esas experiencias básicas y claves en el desarrollo de la persona. La experiencia más básica: el amor. 
Desde ahí todo crece, cambia, madura, o se entorpece, se distorsiona, se anquilosa. 
El error, el engaño, pensar que el optimismo, la incansable alegría, pueden estar siempre dirigiendo, controlando y organizando. 
La moraleja: cada emoción tiene su función, su papel, su importancia. Incluso la tristeza, el desánimo o la pereza, a las que de primeras con gran gusto arrojaríamos al precipicio del olvido definitivo. 
Al final la personalidad cambia, parece destruirse la que ya teníamos fraguada. En otros casos se puede consolidar, o bien crearse una nueva adaptada a cada una de las situaciones que la vida va presentando. Y se da la maduración. Y es el final feliz.
Cuando este no ocurre, cuando los recuerdos esenciales se borran, o simplemente no existen, la persona puede perderse a la deriva por una desconexión de su propio yo que ni siquiera entiende ni controla. Son muchas las personas amargadas, desorientadas, rotas, que viven la vida como buenamente pueden hacerlo, a pesar de ser miradas por encima del hombro por esas otras muchas que sí parecen tener un norte (que no significa que realmente lo tengan) o que no han naufragado aún en el mar de las emociones. 
Del terremoto emocional nadie se libra, eso sí que está claro. Sean 5 o sean 100 los protagonistas. 
La alegría se vuelve también ilusión y esperanza, la tristeza es melancolía y nostalgia al mismo tiempo, además de pereza. El miedo es prevención, precaución, responsabilidad. La ira es indignación, rencor, rabia,...Y el asco es más bien en ocasiones ironía, sarcasmo, coquetería, vanidad, arrogancia...
Y si a todo esto le sumamos la infinidad de recuerdos que vamos albergando, los infinitos otros que olvidamos y que como mucho regresan de forma pasajera como recuerdos de recuerdos, y los otros tantos que nos gustaría olvidar antes incluso de tiempo...
Sí, al final dentro de nosotros hay tal cantidad de protagonistas que no es extraño que se creen esas batallas campales que tan descolocados, agotados y perdidos nos dejan en ocasiones.
Y cada cual con su función y su importancia...
Y si a cada una de esas vidas le unimos la relación con otras muchas que funcionan de forma igual de compleja...las aventuras se multiplican...y las batallas...
No deja de maravillarme tanta perfección imperfecta...  




viernes, 10 de julio de 2015

Seres especiales

Quizá se piensa en alguien curioso, diferente, hasta incluso raro. Alguien que deja huella, alguien fuera de lo común en algunos aspectos, entrañable en otros. Supongo que puede ser entendido para bien o para mal.
Pero creo que ser especial es otra manera diferente de ser. No es ser alguien más, no es lograr lo que todos logran o incluso un poco más. Tampoco buscar resaltar o ser diferente por que sí.
Seres especiales son esos que me encuentro cada mañana en su particular lucha por la vida. Que entre el querer y no querer, un día de ánimo agradable que se come el mundo, otro de ánimo decaído que se pasa las horas llorando, entre abrazos y juegos, hacen el mayor esfuerzo de sus vidas y de los que les rodean, por salir adelante.
Quizá pareciera que para ser "normales". Yo creo que no. Su grandeza es que precisamente nunca van a serlo. Su interior está forjado de un fuego muy distinto al normal. ¡La valía es tan distinta en esas vidas! De una calidad tan especial que quizá por eso, por lo que supone, por no ser del montón, por no pasar los parámetros de la normalidad, por no ser ni siquiera entendidos, reciben tantos y tantos calificativos peyorativos a lo largo de la historia.
Yo no puedo evitar pensar y pensar... por qué lo normal tiene que ser lo mejor. Quizá se impone porque es mayoritario, vale, pero de ahí al desprecio, a la infravaloración, a no poder mirar ni un poquito con otros ojos y ver el amor, la sonrisa, la superación, la fuerza, también el desánimo y la rabia, la lucha, la impotencia, y tantas miles de cualidades que están ahí, a flor de piel, día a día...
Al final todo son trabas, al final todo es segundo plano...
Y da pena... no por ellos, por los demás, por nosotros que nos decimos normales y no somos capaces de organizar de otro modo la vida, hasta la economía, porque no somos capaces de valorar y aprender de esos grandes seres humanos que realmente son especiales...

martes, 7 de julio de 2015

De sorpresas y alegrías

Cuando sabes que la sorpresa se va a dar te confías creyendo que será sorpresa para todos menos para ti... sin embargo una vez más, como siempre, la sorprendida acabo siendo yo. Será que en el fondo desconfío de que pueda ocurrir, desconfío de sus maneras, o no llego a creerme los prodigios que se gasta. No lo sé. Sí confiaba que ocurriera, sabía que cuando menos se esperase, cuando todo pareciese imposible, casi hasta cuando se tirase la toalla. Sabía que el secreto era incluso no esperar. Sabía que la relajación, la desconexión, el dejarse del todo, harían efecto. Lo que no sabía es que sería tan...así. Al final ¿qué queda?...Pues una enorme sonrisa y una gran alegría, un enorme Graciassss, y también de corazón una gran enhorabuena amiga!!! Si es que, tengo que decirlo, "tenemos el Jefe más chulo de la fábrica"!!! Toda la historia está llena de sus proezas, tenía que seguir estándolo, hasta para las grandes desconfiadas, jejeje!!

viernes, 3 de julio de 2015

¿Cerrrado? por vacaciones

¡Qué rápido pasa el tiempo!, los días pasan y pasan, y llegan las vacaciones y vuelan aún más...
Y sí, llegaron las tan ansiadas vacaciones, el querer desconectar, el silencio, la calma, la pachorra y fuera las prisas y todo lo que suponga un esfuerzo similar al de todo el año...
Pero cuando las cosas llegan y no las planeas, cuando te dejas llevar de verdad (después de tus buenos berrinches hasta entenderlo y aceptarlo la verdad sea dicha), empiezas a entender que las vacaciones no son un "cerrado y no molesten". Es verdad que exasperan los gritos de los niños o padres algo maleducados a las tres de la tarde, y que no es tan fácil de primeras hacerlo como pensarlo. Pero una vez entras en la dinámica, 100km más que menos parecen no pesar tanto.
Es cierto que la incertidumbre no desaparece, todavía queda mucho por delante y el ritmo no se sabe si será igual de soportable...pero sabes, realmente lo sabes, que el motor es otro y que ese es el único que no falla. Ni siquiera pone condiciones, o quizá sí, una, estar disponible las 24horas, quitar el cartel de cerrado y estar disponible para lo que vaya surgiendo, que aunque de primeras no parezca descanso ni deseado, al final es lo único que realmente llena el corazón.
Tampoco es entonces pasar al otro extremo, al "tienes que" abrirte a los demás, estar disponible, no cerrar puertas, dar oportunidades, poner buena cara, colgarte la sonrisa... ¡No, no es eso, para nada! Eso sólo de pensarlo me chirría, me enferma directamente. Eso no  da energía, te la consume antes incluso de empezar. Eso no te expande, te encoje, eso realmente no funciona, no es real...
¿Cuál es entonces la receta, el secreto, el "hay que"? Pues precisamente, y lo más sensacional, es que no hay. Solo hay hechos, solo hay vivencias, solo hay pasos que marcan caminos, pero ninguno hecho ni terminado y mucho menos señalado para tirar por él.
Y el hecho es el día a día, el corazón, la conciencia, y Su voz que te dice por dónde has de ir caminando. Eso sí, si cierras porque son vacaciones y te niegas a oírla ahí sí que te perdiste porque te martilleará tanto como esos vecinos simpáticos que cuelgan cuadros, o vete a saber qué, a las horas más intempestivas, sea invierno o verano.
De primeras no parece fácil, y cuesta, pero lanzarse y esperar a que se abra el paracaídas al final acaba mereciendo la pena, y veo que siempre se abre, que es lo mejor. El deseo...que continúe...