Cuando termina una etapa, termina un camino.
Y qué ganitas de que llegue ese momento, ese día.
Pero también cuando llega qué temido,
porque de algún modo se comienza de nuevo.
Nuevos retos, nuevos mitos, nuevos inventos.
También nuevas ilusiones, y también reparos.
A no estar a la altura, a no contar sencillamente.
A que todo sea de otro, a que nada de ti quede.
Pero aún así, cuando algo se termina, se saborea y se espera con más ansia.
Espíritus nobles pero a veces perdidos,
sienten que el camino se estrecha,
o hasta desaparece, y el cansancio se acumula.
Espíritus miedosos, se escandalizan y hasta dudan.
Los aventureros sueñan, se lanzan, y ni preguntan.
Los profetas de presagios, ya sean buenos o no tanto,
se dedican a ir sobre los demás rondando.
Los que sueñan a veces caminan, otras se quedan estancos.
Los felices, por ingenuos, planean y planean.
Al final a nada llegan, o sí pero por otros, aunque siempre planean.
Los vagos, que también los hay, emborronan, y hasta copian,
tachan o reproducen, lo que su tinta no es capaz de guardar,
queriendo que un resto de sí mismos quede en algún lugar.
Unos corren, otros vuelan. Otros se despistan.
Otros simplemente se deleitan, y cuando quieren acordar,
ni recuerdan el camino ni el siguiente paso a dar.
Todos andan, todos pasan, unos lentos, otros más.
Y si no fuera por el camino, con sus piedritas y sus respiros,
si no fuera por el suelo y hasta el paisaje,
creeríamos estar fijos volviendo una y otra vez a comenzar.
Se acerca el final de la etapa.
Sólo tú la puedes andar, y sólo Tú, la puedes guiar.
Y qué ganitas de que llegue ese momento, ese día.
Pero también cuando llega qué temido,
porque de algún modo se comienza de nuevo.
Nuevos retos, nuevos mitos, nuevos inventos.
También nuevas ilusiones, y también reparos.
A no estar a la altura, a no contar sencillamente.
A que todo sea de otro, a que nada de ti quede.
Pero aún así, cuando algo se termina, se saborea y se espera con más ansia.
Espíritus nobles pero a veces perdidos,
sienten que el camino se estrecha,
o hasta desaparece, y el cansancio se acumula.
Espíritus miedosos, se escandalizan y hasta dudan.
Los aventureros sueñan, se lanzan, y ni preguntan.
Los profetas de presagios, ya sean buenos o no tanto,
se dedican a ir sobre los demás rondando.
Los que sueñan a veces caminan, otras se quedan estancos.
Los felices, por ingenuos, planean y planean.
Al final a nada llegan, o sí pero por otros, aunque siempre planean.
Los vagos, que también los hay, emborronan, y hasta copian,
tachan o reproducen, lo que su tinta no es capaz de guardar,
queriendo que un resto de sí mismos quede en algún lugar.
Unos corren, otros vuelan. Otros se despistan.
Otros simplemente se deleitan, y cuando quieren acordar,
ni recuerdan el camino ni el siguiente paso a dar.
Todos andan, todos pasan, unos lentos, otros más.
Y si no fuera por el camino, con sus piedritas y sus respiros,
si no fuera por el suelo y hasta el paisaje,
creeríamos estar fijos volviendo una y otra vez a comenzar.
Se acerca el final de la etapa.
Sólo tú la puedes andar, y sólo Tú, la puedes guiar.