jueves, 8 de mayo de 2014

Acercándose al final

Cuando termina una etapa, termina un camino.
Y qué ganitas de que llegue ese momento, ese día.
Pero también cuando llega qué temido,
porque de algún modo se comienza de nuevo.
Nuevos retos, nuevos mitos, nuevos inventos.
También nuevas ilusiones, y también reparos.
A no estar a la altura, a no contar sencillamente.
A que todo sea de otro, a que nada de ti quede.
Pero aún así, cuando algo se termina, se saborea y se espera con más ansia.
Espíritus nobles pero a veces perdidos,
sienten que el camino se estrecha,
o hasta desaparece, y el cansancio se acumula.
Espíritus miedosos, se escandalizan y hasta dudan.
Los aventureros sueñan, se lanzan, y ni preguntan.
Los profetas de presagios, ya sean buenos o no tanto,
se dedican a ir sobre los demás rondando.
Los que sueñan a veces caminan, otras se quedan estancos.
Los felices, por ingenuos, planean y planean.
Al final a nada llegan, o sí pero por otros, aunque siempre planean.
Los vagos, que también los hay, emborronan, y hasta copian,
tachan o reproducen, lo que su tinta no es capaz de guardar,
queriendo que un resto de sí mismos quede en algún lugar.
Unos corren, otros vuelan. Otros se despistan.
Otros simplemente se deleitan, y cuando quieren acordar,
ni recuerdan el camino ni el siguiente paso a dar.
Todos andan, todos pasan, unos lentos, otros más.
Y si no fuera por el camino, con sus piedritas y sus respiros,
si no fuera por el suelo y hasta el paisaje,
creeríamos estar fijos volviendo una y otra vez a comenzar.
Se acerca el final de la etapa.
Sólo tú la puedes andar, y sólo Tú, la puedes guiar. 

Querer y no poder

A veces sientes que quieres y no puedes. O quizá no sea tanto no poder como no estar dispuesta.
Es tan fácil a veces de palabra, de deseo, y sé que eso es suficiente.
Pero luego resuena todo lo contrario, la voluntad y el esfuerzo, el reconocimiento y el mérito.
Pero no, no fue esa la promesa, no fue esa la esperanza. Al contrario aliento en la persecución y fortaleza en la debilidad. Y creerlo no parecía difícil... Desearlo tampoco...
Pero imaginas una fortaleza que te hace brillar a pesar del malestar, y sí es así.
Pero cuando imaginas el final creías que sería uno triunfal y bonito en el que los laureles que te esperan son la humillación y el desconcierto de los que te perseguían. Y ahí ya no.
Qué difícil creer que se puede vencer cuando tus perseguidores salen victoriosos.
Qué difícil creer que estás siendo fuerte a pesar de que te apaleen a cada paso.
Y sabes que es posible, lo has visto, y hasta lo has vivido...
¿Por qué no entonces seguirlo ciegamente? Pues por el contagio, contagio de ese voluntarismo arraigado y pegajoso que se te mete dentro y no te deja ver.
Porque al final, si no te dejas, si no confías, no deja de ser, como siempre, como todo, un querer y no poder. 

domingo, 4 de mayo de 2014

A la sombra de la conveniencia

Conveniencia...de esas palabras que recuerdas desde pequeña y que sonaba tan tan fea.
Parecía que todo lo que era "por conveniencia" tenía un fondo egoísta y malo del que había que huir como de la peste.
Y quién sabe, igual llevábamos razón al pensarlo así entonces.
Pero de esas cosas que cambian y ahora se vuelve importante, lo que conviene.
Tanto que a veces creo que manda más que mi propia voluntad, o quizá es que quiera amoldarla a ella.
Por conveniencia se dicen, o no se dicen, palabras que piensas, o gestos que callas.
Porque no conviene no haces lo que crees que sería mejor o deberías.
Porque no conviene cierras los ojos porque no quieres herir, hacer daño, y tantas otras cosas olvidando que no es tu vida si no la de otros y por tanto ellos los que deben decidir.
Convenía que fuera así, o quizá es que aún conviene...
¡Ayy ese trasfondo egoísta que quizá sigue presente por más que trates de querer superar!
¡Ayy si pudiera saber qué es lo que realmente conviene y no ser la veleta que gira según el viento sopla!
Pero al final, a pesar de los deseos, lo que no conviene no se dice, o lo que conviene es lo que manda, aunque duela, aunque no te guste, aunque no lo quieras.
Si desapareciera esa conveniencia igual hasta el egoísmo escondido quedaría al aire para desenmascararlo incluso. Pero duele, y como todo lo que duele, al final parece que conviene dejarlo a la sombra...

Va de cruces

Una sonrisa, una mirada, un gesto.
Pueden decir tanto...o pueden esconderlo.
Nacer para morir, quién quiere eso...
Y se nos olvida que eso es la cruz,
Se nos olvida que ese es el deseo.
Es curioso, no deja de serlo.
Es centro de todo, de jarana, algarabía.
Es recuerdo en todo, alegría y tristeza.
Pero se olvida, qué es cruz, y lo que pesa.
Que sigan sonando sones, que sigan.
Que sigan las sonrisas, que duren.
Pero que no se olvide, porque olvidar parece que no, pero también duele.