jueves, 19 de septiembre de 2013

Rutinas

¡Cuánto quisiera entrar y caer de lleno en la rutina del cariño!
Esas sonrisas que salen espontáneas porque el corazón está tan inmerso en calma que ni tiempo tiene para rebuscar otro pensamiento que no sea un benevolente deseo.
Esa mirada que parece ausente y que solo contempla con ternura su entorno.
Esa inquietud que brota y se entrecruza con el temor contenido, pero que el cariño poco a poco va barriendo.
Esa ausencia de discordia interior que parece envenenar el alma.
Esa ausencia de tristezas hondas y duras que parecen envejecer la esperanza.
Esos suspiros que no suenan ya a melancolía sino a deseo constante y presente.
Ese anhelo de contagio y no de revanchas.
Esa dulzura que en tu propio interior te sorprende.
Qué distinto a esas rutinas angustiosas, de incertidumbre, de pocas ganas, de desánimo.
Poco parece el cambio, mucha la diferencia. Poco parece el esfuerzo, mucho el valor que no se aprecia, porque en el fondo no se entiende.
Puedes luchar y luchar, puedes querer y querer, pero no deja de ser voluntarismo ingenuo.
Puedes repetir y repetirte que es cuestión de tiempo, de rutina, de convencimiento, y al final las agujas del reloj volverán al mismo sitio.
Puedes desear y desear, anhelar, suspirar y querer con toda el alma, hasta desesperarte, pero perseverando en el deseo...sí, al final llega... y solo ese cariño se puede volver auténtico motor del alma...
Ojalá pronto se vuelva rutina...

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Gracias

Cuando del corazón solo puede brotar agradecimiento, cuando solo te sale decir: gracias, gracias, gracias,...
Cuando el motivo no es si no todo, no puedo más que reflejarlo de todas las formas posibles.
Gracias por tu paciencia, tu ejemplo, tu cariño, tus abrazos cuando sentía que me rompía, tu serenidad siempre, tus palabras, tu testimonio, tu disponibilidad...todo lo que me enseñó a comprenderle y hoy sigue animándome a quererle más que a mi vida. Gracias porque con tu ayuda me ha mostrado cuánto me cuida y me quiere. Gracias...

Dejarse llevar

Resulta tan sumamente fácil dejarse llevar...
al menos cuando se trata de la desidia, la desgana, la pereza, la zozobra, el temor, la intriga, el desconcierto...
podría seguir y seguir añadiendo palabras, emociones...a la lista...
Para eso es fácil dejarse llevar...
Es fácil dejarse llevar también de la incertidumbre y la queja, del pesimismo, de las costumbres, del "siempre ha sido así", de la moda, del ambiente...
podría seguir añadiendo palabras, situaciones...a la lista...
Y sin embargo ¿es igual de fácil dejarse llevar por la confianza que otro deposita en ti cuando te sientes perdido? ¿es fácil dejarse llevar por el cariño que nos ofrecen cuando hay dolor y rabia dentro del alma? ¿es fácil dejarse llevar por la esperanza cuando tu vista está totalmente nublada?
¿Por qué ahí no es tan fácil? ¿Por qué esos sentimientos no nos llenan del todo?
¿Por qué puede más el desánimo o la tristeza que la confianza y la ternura? ¿Por qué desconfiamos de la autenticidad de una palabra de aliento y no dudamos de la veracidad de nuestros fantasmas cuando ni siquiera llegan a cumplirse y solo son eso, fantasmas?
¿Por qué la corriente de los buenos deseos no nos consuela? ¿Por qué van a ser menos reales que los malos? ¿Por qué van a ser menos válidos que las intrigas?
¿Por qué no nos dejamos llevar?