domingo, 29 de diciembre de 2013

Amor platónico

Ahora quiero escribirle al amor platónico. Pero no, no a ese filosófico y teórico que queda en el simple aire.
Al amor real, pero ficticio... Al amor concreto pero irreal... Al que mueve locuras y aplaca imposibles...
Al que sientes cuando tu vida se mueve sin tener claro el horizonte.
Al que te impulsa cada mañana para seguir viviendo y amando cada aspecto de tu vida.
Al que expresas en cada gesto y cada trazo de tu trabajo o esfuerzo.
También al que sientes por esa persona que ilumina tus sonrisas y hace firmes tus sueños.
A la complicidad que envuelve cada gesto, y sobre todo cada pensamiento.
A la realidad que te niega todos esos momentos que con tantas fuerzas desearías.
Al secreto que se alberga en tu alma como el mayor de tus tesoros y premios.
Al reto en que convierte cada palabra para decir justo lo que quieres y no lo que no controlas.
A la esperanza de conquistar ese horizonte imposible dentro de tus suspiros.
Al suspiro que se te escapa cuando te das cuenta que es eso, platónico, irreal, soñado, imposible...
Pero amor al fin y al cabo, hijo de ese Amor que todo envuelve, que todo acoge, que todo pule...
Y aunque sea un sueño, aunque sea imposible, es su reflejo, es su luz, es su testigo, y estará ahí...
Vivirá ahí, cada día, cada despertar, en lo más hondo de tus deseos y de tu sentir...

Llegando al final

Se acerca el final de un año más, día a día que ha ido pasando, que ha pasado por cada vida, que momento a momento ha dejado de ser ella misma, dejándose llevar por la pasión de cada segundo.
Pero ¿realmente hay final? ¿realmente puede llegar el final?
Supongo que es absurdo pensar que no desde la óptica de lo concreto.
Los minutos acaban, los días pasan, los meses hasta vuelan, y los años llegan a su fin.
Lo mismo ocurre con la existencia, con las estrellas que se apagan..., y con los sentimientos.... los deseos, que cumplidos o no acaban pasando y siendo sustituidos por otros. Las alegrías, las aspiraciones, los anhelos...todo llega irremediablemente a su fin aunque nos propongamos retenerlos...
Pero ¿y si nos remontamos un poco más? ¿Qué pasa desde la perspectiva de lo eterno?
¿Cómo puede para un enamorado terminar un beso, si hasta lo retiene en sus labios como el gran tesoro que no quiere perder?
¿Cómo puede para un alma morir un deseo, si por más que lo quiera ocultar le brota a cada instante?
¿Cómo puede morir una mirada cuando se te clava tan tan hondo que cierras los ojos y la sigues viendo?
¿Cómo puede morir un reto para el que ha hecho de él el motor de su vida?
¿Cómo puede llegar al final una historia si ha clavado sus cimientos con el hormigón más armado del mundo?
¿Cómo puede dejar de ser una sonrisa si brota continuamente de la ilusión y el bello recuerdo?
Alguien decía que una persona no muere mientras se la conserve en el recuerdo.
Visto así nada acaba en este mundo mientras haya una persona que sonría, luche, ame y recuerde.
Pero sí, desde lo concreto los recuerdos también se pierden, y se acaban y se borran... pero yo sé que desde esa otra perspectiva mi historia, mis deseos seguirán siempre vivos, porque somos recuerdos de quien Ama y jamás dejará de hacerlo...


sábado, 28 de diciembre de 2013

Día de la inocencia.

Quiero celebrar a mi manera el día de la inocencia.
Quizás no en el sentido estricto en que ocurrió en la historia, pero sí también tiene su relación hoy.
La inocencia que sale del corazón, de sus intenciones nobles o puras, o duras y crueles.
De la consciencia a veces, o de la falta de ella.
Qué más inocente y puro que una sonrisa, una caricia, un beso, un deseo...
Qué más inocente que una mirada, un cariño, una emoción, un te quiero...
Y sin embargo hoy resulta ser ingenuo, iluso, absurdo, ser o que te vean inocente.
La inocencia no está de moda. La inocencia es ser "pringao", y sí, quizá sí, porque pringa el alma.
Mancha de color, puro o no, las verdaderas intenciones y los deseos más profundos.
Ser inocente, tener inocencia, en el más original sentido del evangelio...todo un reto. 

viernes, 27 de diciembre de 2013

Sonrisa apasionada

Hoy he visto la pasión en los ojos de un hombre enamorado.
Enamorado de lo que hace, de lo que siente, de lo que quiere a cada trazo.
Son sus ojos, son sus palabras, un canto al amor más entregado.
Sueña, vive, ama todo lo que sale de su corazón y de sus manos.
Ver su sonrisa al recordarlo, oír de su boca su entusiasmo,
da energía, da esperanza y da ánimo.
Ni los problemas, ni el cansancio, ni las dificultades frenarán tus pasos.
Espera, cree y confía, y nada borrará ni la pasión ni la sonrisa de tus labios. 

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Una vez más, gracias

Qué fácil es a veces olvidar eso de que es de bien nacidos ser agradecidos.
Qué mejor día que el de Navidad para dar las gracias.
Gracias a esos tantos momentos grises y tristes, míos y ajenos, porque me hicieron entender el valor de la alegría.
Gracias a esos tantos segundos de ansiedad y desconsuelo, porque me hicieron desear la paciencia.
Gracias a aquellas palabras si no duras, sí al menos no tan comprensivas como esperaba, porque me hicieron desear en mi alma la misericordia y la compasión para no juzgar y menos a la ligera.
Gracias por aquellas miradas con trasfondo extraño porque me hicieron anhelar la claridad de ideas.
Gracias por esos desaires porque me hicieron ser agradecida y reconocer que no puedo exigir nada por méritos propios.
Gracias por los silencios incómodos porque me hicieron llenarlos de palabras en mi alma.
Gracias por esos eternos temores que me siguen mostrando que el día a día no tiene principio ni fin si no es de la mano de la confianza.
Gracias por esos retos que me siguen mostrando que aunque no me guste, la vida no se acaba con mis rutinas.
Gracias por esos prejuicios que me hicieron valorar lo auténtico y tener ganas de romperlos.
Gracias por los errores que siguen ahí por más que huya de ellos para no olvidar que no son lo decisivo.
Gracias por tanta etiqueta que me ha hecho saltar de una en otra para ser de todas y ninguna a la vez.
Gracias por tanta queja y lamento porque me muestran que después hay que seguir tejiendo.
Gracias por tanta ceguera a mi alrededor, porque me hace ver que también yo las tengo.
Gracias por la dejadez y la pachorra, porque me permiten valorar el esfuerzo y también dejarme alguna que otra vez sin sentirme extremadamente culpable.
Gracias por los reproches y las críticas porque me hacen revisarme día a día hasta el cansancio.
Gracias por no encontrar fin a estos agradecimientos, porque me obliga a seguir agradeciendo día a día.
Gracias, siempre y eternas gracias, siempre, siempre gracias. A cada gesto, a cada motivo, a cada mirada, a cada palabra,...de ternura, de cercanía, de espera, de confianza y entrega, de ilusión, de ánimo, de consuelo, de deseo, y sobre todo de presencia... a cada persona que se muestra o se esconde detrás, a todo y al Todo, Gracias...   

Cócteles

Supongo que igual que hay cócteles de frutas, o de bebidas, y a saber de qué más, también podríamos hablar de cóctel de sentimientos cuando la mezcla de lo que sentimos se vuelve tal que puede parecer hasta explosiva. Se nos junta la emoción del reencuentro, de la alegría, la impaciencia por las llegadas, la excitación y las expectativas, pero también alguna que otra decepción, melancolía o anhelo. Si sumanos unas gotitas de nostalgia, un poco de incertidumbre para el mañana, mucha esperanza, y un poco de nerviosismo el cóctel puede volverse de lágrimas intermitentes aunque controladas.
Pero si además sumas algo de aventura de lo desconocido, deseo y temor, ganas pero al mismo tiempo recelo, incertidumbre pero al mismo tiempo ansiedad, la bomba de lágrimas puede ser realmente explosiva. 
Sientes que brillas, pero que por momentos desapareces. Sientes mucha emoción y alegría, pero a ratos un profundo desconcierto. Sientes muchos deseos y al mismo tiempo un gran rechazo. El corazón acaba palpitando fuerte y acabas necesitando un fuerte revulsivo para digerir tanto empacho... 

domingo, 22 de diciembre de 2013

Navidad de "otro planeta"

Nunca dejaré de ser de otro planeta.
Entre otras cosas porque jamás compartiré esa obsesión por las modas absurdas.
Igual siento la tentación, sí, se me intenta colar. Pero mientras pueda trataré de evitarlo.
Mi rareza me impide ver la diferencia entre comer pavo, pollo, cordero o pescado, así como la diferencia entre una comilona enfermiza y una ligera para ser felices, que es a fin de cuentas de lo que se trata.
¿O es que se trata de otra cosa? ¿O es que el corazón de algún humano anhela otra cosa?
No consigo entender que la especialidad de un día, o de varios, dependa de la ropa, de la etiqueta, de la mesa y ni siquiera de la comida, cuando el estrés es el mismo, o más que a diario, la obsesión es la misma o más, el recelo o la envidia hasta crecen, y el aparentar rellena todos los huecos restantes.
Quizá no es así y son mis ojos los miopes. ¿Acaso es efectivamente el vestido y no la sonrisa, el calzado y no el abrazo, la bebida y no la mirada, el mogollón y no el sentimiento, lo que realmente llena o ha de llenar la vida?
Quizá es que la estética no entró nunca en mi vida y sí el profundo deseo de ser diferente en el corazón, aun cuando no lo consiga.
Quizá es que quiero justificarme por ser tan rara, por preocuparme tampoco por lo que vaya a comer o vestir, ni hoy ni mañana.
O quizá es que me enamoré de esa voz que me dice mira las flores del campo y los pájaros, que ni tejen ni siembran...
Me enamoré de esa cueva, de ese espacio, no frío porque era casi verano si no más bien cálido, de ese pesebre y esa paja, de esa esperanza que arrullaron, de esa madre valiente, firme y confiada, de ese que quiso ser padre a pesar de los rumores, que fue modelo a pesar de ser poco reconocido, de pasar desapercibido y saltarse los esquemas fijados, de esos que cambiaron su rumbo por el brillar de una estrella,...
Me enamoré de un deseo, me enamoré de una entrega, me enamoré del Amor que quiso venir a esta Tierra. Y no lo hizo entre reyes, ni entre banquetes, ni entre ropajes ni fiestas.
Lo hizo escondido, lo hizo en pobreza.
Ojalá no te traicione. Ojalá quieras hospedarte en mi tienda...

martes, 17 de diciembre de 2013

Se me olvida

Cuando te acostumbras al solecito, a su luz y su calorcito, qué mal sientan esas nubes grises que se acercan y lo ocultan. Quizá muy necesarias, seguramente sí, pero qué mal sientan...
Cuando todo parece claro y encajado, con todo en su lugar, qué mal sientan los desconciertos, los sinsabores, los reproches. Quizá vienen a recolocar algo, seguramente sí, pero qué mal sientan...
Y el remolino que se forma por esas nubes, y el reajuste que provocan esos vivencias imprevistas...pues sí, qué mal sientan.
Al final aprendes, o al menos eso quieres, que quedarte sentada en el escalón esperando lo que ya no puede llegar porque ya pasó, no deja de ser berrinche de niña pequeña. Y es curioso pero aún formamos berrinches...aunque pasen los años...y aún ahora empiezo a comprenderlos...quizá desde ahora sienten un poquito menos mal...aunque la rabia y la inconsciencia no se vayan del todo. Y es que, aunque no me guste o se me olvide, los niños...niños son...


domingo, 15 de diciembre de 2013

Interesante y curioso

Interesante es ver cómo pasan los minutos cómodamente.
Interesante es hablar de todo y de nada a la vez.
Interesante es no tener nada en común y a la vez mucho.
Interesante es esperar a que llegue el momento.
Interesante es cuando pasan y pasan las horas y ahí sigues.
Curioso es que ni siquiera te resulte extraño.
Curioso es que se haga familiar.
Curioso es que se vuelva rutina.
Curioso es echarla de menos.
Curioso es lo que envuelve ese sentimiento.
Interesante y curiosa es la amistad. 

martes, 10 de diciembre de 2013

C.M.

Niña, niña bonita, dulce, soñadora pero a veces entristecida.
¿Qué ronda tu alma que tus ojos no brillan? ¿Qué atormenta tu calma que tu sonrisa se esconde?
Quisiera poder quitar las nubes para despejar tu cielo.
Quisiera estar ahí en tus noches oscuras y en tus despertares amargos.
Quisiera darte la mano en tus temores profundos, y en tus esperas inciertas.
Quisiera desatar y liberar tus alas. Niña inquieta, de corazón herido, niña tierna de cariño entregado.
Sueña dulce niña, no dejes de soñar, cada día de tu camino.
Que nada tuerza tu gesto, que nada oculte tu luz, que nada cuestione tu valía, ni tú misma.
Todo pasa, siempre pasa, y al final solo queda ese sueño, esa sonrisa, esa niña: tú. 

lunes, 9 de diciembre de 2013

Palabra empeñada

Sueñas, y te despiertas temblando cual hoja quebradiza en otoño, asustada hasta lo más profundo de tus huesos, sudando todo tu cuerpo. Y no, no fue una pesadilla, fue una realidad extraña pero sabes muy ciertamente que era real, muy real. Un compromiso, una palabra dada, un momento cumbre que llega y no te atreves a afrontar.
Ya no recuerdas, porque era un sueño. ¿O ya no recuerdas porque te da miedo?
Sí resuena en ti la firmeza de aquella entrega que no te atreviste a dar. Era el momento y no te atreviste. Temblaste, tembló todo tu cuerpo. Y temiste, temió toda tu alma.
¿Qué puede haber más real que un sueño que sabes certero porque olvidarás?
¿Qué puede haber más seguro que la respuesta fácil del olvido?
¿Qué entrega no estuviste dispuesta a dar hasta el punto de tener tanto miedo?
Nunca tendrás respuestas, quizás. Pero sí sabes, y sí sabrás, que algo te esperaba, algo te pedía,... y te dio miedo...porque no supiste estar...

El valor de la honestidad

¿Qué sentido tiene mentirte a ti mismo?
¿Qué sentido tiene buscar dobles intenciones o caminos o finales?
Supongo que es la cobardía a afrontar ese supuesto destino que no es otro que el reflejo de tus actos, a veces pensados y otras veces, no tanto. O quizá es la valentía de ser dueño de esos propios actos.
No nos gusta mirar atrás, no cuando es doloroso.
Pero sí nos gusta embriagarnos y quedarnos insertos en ese pasado dulce y tierno que algún día vivimos y disfrutamos pero que nos supo tan tan a poco.
Y resulta fácil querer quedarnos en esos lejanos días, mientras los presentes se nos hacen cuesta arriba y quizá pasan hasta demasiado rápido.
Pero, aunque puedes mentirte todo lo que quieras, al final la honestidad se te impone. No tienes derecho a inventar deseos y anhelos que no son reales. No tienes derecho a inventar caminos porque te niegas a caminar por los que se abren a tus pasos. No puedes albergar sueños porque los que soñaste se te hicieron cortos.
Y al final la vida pasa, y pasa veloz, y te preguntas si viviste la vida real o la vida que quisiste soñar.
Quizá alguien envidiaría tu elección y tu suerte. Quizá alguien se negaría a reconocer el valor de un camino vivido o soñado, pero finalmente amado desde el mejor timón, capitaneando tu alma...