martes, 13 de octubre de 2015

De nuevo huele a otoño

La suave brisa mientras paseo y el oscurecer tan tempranero, hacen que la mente divague y se traslade a esas nubes inquietas y grises que no tardarán en acercarse.
Aunque los bosques de hojas ya doradas que van cayendo me quedan un poco lejos, no dejo de evocarlas al caer la tarde.
Así como esas chimeneas que empiezan a chisporrotear aún con poca fuerza.
La taza humeante de té, el silencio que tanto me acompaña...
Sin duda me huele a otoño... Un otoño que esta vez no me parece ni solitario ni sombrío...
Tu presencia llena cada hueco, cada espacio y cada suspiro. Mi soledad me acompaña más que nunca y te haces presente en ella como la claridad más deslumbrante de un fuerte día de verano.
Huele a otoño, a hojas secas, a maderas que se queman, a recuerdos del pasado, a futuros inciertos, a brisas que pronto se volverán gélidas...Huele a otoño y me impregna tanto y tan profundamente que me atrevo a decir que me huele a Ti...
Y es que cuando tu presencia y tu olor inundan todo...hasta el más gris, oscuro, triste, incierto y desangelado otoño me sonríe como el más bonito rincón del día a día de la vida. A tu lado... ojalá cada día fuera ese tipo de otoño...


lunes, 5 de octubre de 2015

Buena Noticia

Me sigue sorprendiendo, y dando pena.
Supongo que porque no es fácil renunciar a la idea de ser la salvadora, aunque sea de mi mundo, de mi alrededor. Asumir que no es así, ni debe serlo, al ego no le sienta demasiado bien, supongo.
Pero también influye ver cómo el empeño y el esfuerzo se concentra, o descentra más bien de lo importante.
Ese empeño en "vender" el cristianismo como una religión, como un esfuerzo, como una búsqueda...
Sí, me da pena. Entre otras cosas porque hace apenas unos pocos años yo era la más abanderada casi de esa idea, de ese dogmatismo cerrado y estricto y de ese cumplimiento formal y hasta moral.
Sólo cuando la vida te da de bruces en tus ideas tan bien cuadriculadas, sólo cuando el conocimiento se hace vida en los verdaderos ángeles que el Señor pone en el camino, sólo entonces empiezas a entender, y, si no a vivir aún del todo, a desear profundamente ese auténtico Evangelio...
Ser cristiano no es creer ni siquiera en dogmas, y menos en esos abstractos que ni se entienden fuera del contexto en el que realmente tienen sentido.
Ser cristiano no es esforzarse, ni creer en una religión. Es una fe. Y ni siquiera en el Evangelio, y mucho menos en la Biblia. Es fe, entrega a una persona... Y no es búsqueda porque no hay nada que buscar, al revés, de lo que se trata es de dejarse...amar...
Ser cristiano es creer, desear y amar a una persona viva, muy viva, que te ama aún antes de que existieras, que te acompaña, te guía, te sigue, te tambalea y te sostiene, y solo espera tu sí, tu deseo, tu asentimiento de corazón, aún entre un millar de dudas, para cambiarte la vida de raíz y hacerte feliz plenamente y en esta vida, como anticipo de lo que será después... Y es tan pero tan Buena Noticia que a los primeros seguidores les sonó a gloria, y les transformó la vida, como a todos aquellos a quienes se atrevieron a decir sí a la locura de ese Evangelio, los santos, los felices, los dichosos... por eso me sigue llamando la atención que se presente como fe en un libro, o en tradiciones, o hasta en dogmas, muy necesarios para conocer y amar a esa persona (¡¿a quién se le va a amar si no se le conoce?! ), pero muy vacíos y hasta absurdos si ni tan siquiera se tiene el deseo de conocerla.
Ay qué lindo sería..., bueno realmente qué lindo es, y qué distinto de eso que sigue sonando...a rancio...A ver si algún día lo dice el Papa para que se empiece por fin a ver...

jueves, 1 de octubre de 2015

Modelos

Ojalá nunca tuviera que ser modelo de nada... y sin embargo, lo soy...
¡Cuántos errores, conscientes e inconscientes! ¡Cuántos despistes, enredos, entuertos!
Y si algo me salva es la intención, o la inconsciencia.
Pensar que alguien pueda estar pensando que lo que hago ha de ser imitable me da una vergüenza terrible.
Y por todas partes se empeñan no ya en que lo sea, sino en que de hecho lo soy.
No puedo negarme, que es lo peor.
Sí puedo, y quiero e intento, no serlo, que la libertad y la razón se aceleren lo más posible cuando yo estoy en puertas para que la autonomía llegue antes que cualquier pequeña posibilidad de que se me considere más allá de lo que quiero ser: la voz que recuerda el dedo que apunta a la luna.
No quiero ser el dedo, me da miedo hasta pensarlo.
Y tampoco entiendo que haya quien quiera o pretenda serlo...
Con lo fácil que es de malinterpretar, de tergiversar, o de usar mal y hasta en contra...
Con lo fácil que es mirar motas en los ojos ajenos...
Hasta el mejor y más hermoso de los modelos, el único diría yo, se utiliza a conveniencia y se interpreta según interesa, se toma y se suelta según beneficia, y hasta casi que se explota como monopolio...
No lo entiendo, y no quiero caer en ello...
Y seguro que por más que lo repita, por más que lo quiera, y hasta lo desee...también caigo...

martes, 22 de septiembre de 2015

Quejas

A veces pienso, o me pregunto, si tanta oposición a la queja, al desánimo, no es otra cosa que una tapadera frente a una profunda insatisfacción. ¿Qué puede afectarme a mí, si mis cimientos están bien fundamentados, que otra persona se queje, se desanime, proteste o patalee? A lo más sentiré pena si me parece irreal, solidaridad si lo comparto, empatía si trato de entenderlo, entrega si trato de ser apoyo...pero ¿por qué habré yo de desanimarme o verme inmersa en esa queja si no es mía o no estoy insatisfecha?
Pero ¿insatisfacción con qué? Pues no sé, quizá con la propia vida, con la propia forma de ser, con los propios temores, con los seres queridos, con las propias limitaciones, con el pasado, con el presente, con todo a la vez y de forma inconsciente, con la propia insatisfacción, a saber...supongo que esto es como los gustos y los colores...
Tampoco es esto una crítica, tan solo un intento de comprender cuán grande es la insatisfacción en el mundo que me rodea cuando por todas partes poco menos que si se pudiera se haría boicot a toda persona "quejica", en lugar de acogerla, abrazarla y mimarla para darle nuevos horizontes y motivos que quizá no tenga.
Y, sin embargo, al mismo tiempo pienso en ti (querías verte reflejado y no sé si esta vez te reconozcas...) y me pregunto si simplemente eso es suficiente. ¿Cuántas veces nuestra forma de acoger, abrazar y mimar no se corresponden con las formas en que la otra persona espera ser acogida, abrazada y mimada? ¿Cuántas veces nuestras acogidas no son simples llamadas de atención, peticiones que al no ser respondidas quedan en el aire, nuestros abrazos no son achuchones erráticos que hieren más que agradan, y nuestros mimos no dejan más indiferentes que cercanos?
Y no se me ocurre otra cosa que intentar, intentar estar, intentar ser.
Y esperar... a recibir esa petición, esa llamada, que igual nunca llega, pero a la que no tenemos, no tengo, derecho a forzar ni a juzgar en caso de que nunca llegue.
Igual yo sí me merezco ese juicio, igual yo no parezco estar a la altura, pero soy de la mejor manera que creo poder ser, y pretendo acoger aún cuando no lo consiga.
No me espantan las insatisfacciones de nadie, creo que nunca, o muy pocas, lo han hecho, y por eso no las rehúyo, y trato de estimarlas, apreciarlas y amarlas más incluso que a las mías propias, que ya quisiera no tenerlas...quién sabe, algún día...continúa el deseo...

Caos...determinado

Cuando te rondan mil ideas en la cabeza, la sensación de mil cosas pendientes, mil sentimientos encontrados y mil temas a la vez danzando y saltando de uno en otro, sin que ninguno acabe de dejar que fije del todo la mente en ello. Y también decenas de personas a la vez pasando por tu memoria... ¿Qué mejor definición de caos? Y no porque suponga descontrol, ni desastre, ni desesperación, para nada. De fondo la calma, un poco tensa eso sí, que sosiega y hace ver que a todo no se llega y que tampoco hace demasiada falta, porque el mundo sigue girando, incluso aunque no quisieras.
Deseos encontrados, anhelos diferentes y simultáneos, preocupaciones tan dispares y sin respuesta que al fin y al cabo ni siquiera decides.
Estar y no estar, querer y no poder, aquí y allí, acción y pereza, entrega y reserva, trabajo y flojera, y una gran amalgama de temas al mismo tiempo: política, deporte, alimentación, moda, salud, justicia, zancadillas que se vuelven providenciales...pudiéndose a su vez rellenar cada cual con miles de imágenes, sensaciones y hasta noticias diferentes....
Ay las dichosas sensaciones...¡qué bien saben disfrazarse y descontrolar cualquier atisbo de serenidad!
Pero resulta que en física hasta el caos tiene fundamentos de determinación... ¡cómo podría ser de otro modo si no!... y que sea...
Seguimos con los deseos...

sábado, 12 de septiembre de 2015

Recordando las tres maneras...

Cuando se dan situaciones en las que te minusvaloran, ridiculizan, ignoran o directamente ningunean, lo que más cuesta es recordar precisamente las tres maneras de humildad. Yo creo que hasta desearlas se hace cuesta arriba.
Y sin embargo haberlas oído y creído en el alma hace que no olvides ni dudes de que es el único y auténtico camino a la felicidad, y no esos vanos caminos del esfuerzo ascético que a lo único que llevan es a la autocomplacencia.
Pero también es cierto que, si bien el alma se estremece y hace esponjita cuando descubres esa maravilla, cuando toca vivirlas en medio de la multitud que ni las valora ni conoce, o cuando tus cábalas no cuadran con lo que la vida decide, o cuando el control que de algo deseas se esfuma, ya no es tan agradable ni fácil, ni el deseo se mantiene tan vivamente.
No queda entonces más que desear mantener ese deseo, que es sincero pero que sientes tambalear.
Si es que va de deseos. No hay de otra. Algo aparentemente fácil.
Ciertamente esforzarse, por mucho que sea, quizá puede conseguir que te tomen por vano y loco, pero lo que no va a lograr es que ese ser motivo de burlas, calumnias, oprobios y desprecios, te dé paz en el corazón y entrañas de misericordia y amor.
Y menos cuando a tu alrededor lo más que se puede desear es parecerse a Cristo en lo bueno, en lo generoso, y obedecerle y poco más. Eso de querer imitarlo en su vida y su sufrimiento, ya no es tan "normal" ni tan agradable.
Nadie dice que sea fácil, menos cuando lo que mola más es destacar y que te den palmaditas y te admiren.
A Él no se lo hicieron.
San Ignacio nos lo recuerda. Nos queda pues el deseo...y gracias











viernes, 21 de agosto de 2015

¿Cuestión de educación?

Sé que la gran mayoría ve la causa de la falta de civismo y respeto, y también la solución, en la educación o la falta de ella, y yo supongo que debería creer también en ello ciegamente, pero no es así.
Cada vez me chirría más pensar, además de que no lo veo, que por más que repitas o insistas a alguien en algo "de buena educación" por eso lo vaya a hacer.
Los modales son cosas de casa, se repite por todas partes, y todavía cuando es cuestión de algún gamberrete que por rebeldía quiere llevar la contraria de lo que le han enseñado...puede.
Pero por poco que te hayan educado o enseñado, en la vida no se deja de aprender y no me cabe en la cabeza que si tú ves que tu costumbre va en contra de los demás aún así la hagas. No me cabe en la cabeza que sea cuestión de educación, ni siquiera de cultura, que un señor, ya bien madurito, esperando para salir de un avión se dedique a poner sus pies en el apoyabrazos teniendo a todo el pasaje alrededor y a sus acompañantes de vuelo justo al lado, además estupefactos. No puedo admitir que eso sea porque no lo educaron así...pues mire usted a mí no me dijeron expresamente que eso no se hace y no por ello me dedico a hacerlo, quizá porque tengo dos dedos de frente para ver qué cosas son o no aceptables.
Así que no, no me convence que sea todo cuestión de educación. No lo veo. Y menos cuando la educación hoy en día se aleja tanto de los temidos castigos que de alguna forma podían coartar en algo las inclinaciones negativas, que no por ello eliminarlas, o incluso esconderlas hasta que brotasen con más fuerza y rabia.
Te pueden enseñar, repetir, insistir y aburrir hasta el cansancio, qué está bien y qué no lo está. O sobre todo la importancia del respeto a los demás y a lo que te rodea. Pero ¿de qué depende que hagas caso? ¿de eso? ¿de que te lo hayan dicho? ¿del número de veces o el modo en que lo hicieron? ¿de que fuera en casa y no en la escuela o al contrario, o en ambas? ¿de que luego lo veas?
La persona que atropella todo lo que tiene a su paso, mobiliario público, animal desvalido,... incluso indigentes, ¿es porque no lo han educado en que eso no se hace? ¿o porque no se lo dijeron las veces suficientes o porque no lo hicieron de determinada manera?
Algo en mí se resiste a creerlo. No sé qué hay en el fondo humano para todo esto, pero estoy convencida de que lo hay o deja de haber, y por eso nuestras conductas y reacciones.
A veces cuestión de autoestima (incluso me atrevería a decir que las más de las veces), porque parece la única forma de hacerte sentir fuerte o importante, imponiéndote por encima de los demás...
Pero sobre todo, cuestión de consideración. Ser considerados, con nosotros mismos y con los demás. Considerar a los demás con las mismas necesidades y derechos que tenemos nosotros mismos. No considerarnos mejores que nadie, simplemente porque no lo somos. No seremos inferiores, vale, pero superiores nunca. Considerar a los demás y a lo demás intocable, respetable, importante, tanto como lo puedes ser tú mismo. Considerar y entender que no tienes derecho a atropellar a nada ni a nadie, sencillamente porque no eres mejor que nadie...Aquí está el quid de todo el problema cívico para mí.
Eso sí, mi problema...No recuerdo que me lo enseñaran...tampoco cómo lo aprendí y lo sigo aprendiendo... ¿Esto se lleva dentro? ¿se aprende? ¿se enseña? Y sobre todo ¿cómo?...




lunes, 17 de agosto de 2015

En la calle

En la calle de la agonía
vivo sin fin mi desaliento,
las alegrías son las menos,
y desaparecen al momento.

En la calle de la tortura
se oyen gemir mis lamentos,
los sueños vuelan airados,
y los deseos quedan desiertos.

Se cruzan las miradas,
pero no hay encuentro.
Suenan las palabras,
pero solo es eco.

Vibran las caricias,
pero solo es miedo.
Suben los suspiros,
pero caen al suelo.

A la calle de la esperanza,
donde huyan mis tormentos,
quieren mudarse mis pasos,
a vivir sin descontento.

A la calle de la sonrisa,
donde brotan sentimientos,
quieren mudarse mis ojos,
a dejar de vivir mintiendo. 

lunes, 27 de julio de 2015

Bajo control (Inside out)

Si se echa una ojeada por Internet, aparecen algo así como 100 aproximadamente, aún cuando las básicas puedan resumirse en 4 ó 5. Hablo de las tan importantes, temidas, necesarias, controladoras, manipuladoras a veces, odiosas otras, imprescindibles, vitales, arraigadas, fugaces y volátiles en otras ocasiones, y un sinfín de calificativos, que casi las supera en número,... las emociones.
Sin ellas no podríamos vivir. Pero es que a veces son ellas las que hacen tan, tan difícil este caminar que es la vida. O las controlas o te controlan. ¿O no es más bien nuestra vida el resultado de cómo se comportan ellas en sí mismas? 
Son reflexiones que me surgen a raíz de la divertida película de Pixar. 
La maduración emocional no puede darse sin unos recuerdos esenciales. De ahí la lucha incansable para que estos no se pierdan. Todo se puede tambalear, cambiar, o incluso destruirse, sin embargo tendrá solución, se podrá reconstruir y si no reemplazar. Los recuerdos esenciales no. Las bases emocionales de esa "urdimbre afectiva" de la que hablaba Rof Carballo son la esencia de la persona y su personalidad solo tendrá arraigo, fuerza, vida, a partir de esas experiencias básicas y claves en el desarrollo de la persona. La experiencia más básica: el amor. 
Desde ahí todo crece, cambia, madura, o se entorpece, se distorsiona, se anquilosa. 
El error, el engaño, pensar que el optimismo, la incansable alegría, pueden estar siempre dirigiendo, controlando y organizando. 
La moraleja: cada emoción tiene su función, su papel, su importancia. Incluso la tristeza, el desánimo o la pereza, a las que de primeras con gran gusto arrojaríamos al precipicio del olvido definitivo. 
Al final la personalidad cambia, parece destruirse la que ya teníamos fraguada. En otros casos se puede consolidar, o bien crearse una nueva adaptada a cada una de las situaciones que la vida va presentando. Y se da la maduración. Y es el final feliz.
Cuando este no ocurre, cuando los recuerdos esenciales se borran, o simplemente no existen, la persona puede perderse a la deriva por una desconexión de su propio yo que ni siquiera entiende ni controla. Son muchas las personas amargadas, desorientadas, rotas, que viven la vida como buenamente pueden hacerlo, a pesar de ser miradas por encima del hombro por esas otras muchas que sí parecen tener un norte (que no significa que realmente lo tengan) o que no han naufragado aún en el mar de las emociones. 
Del terremoto emocional nadie se libra, eso sí que está claro. Sean 5 o sean 100 los protagonistas. 
La alegría se vuelve también ilusión y esperanza, la tristeza es melancolía y nostalgia al mismo tiempo, además de pereza. El miedo es prevención, precaución, responsabilidad. La ira es indignación, rencor, rabia,...Y el asco es más bien en ocasiones ironía, sarcasmo, coquetería, vanidad, arrogancia...
Y si a todo esto le sumamos la infinidad de recuerdos que vamos albergando, los infinitos otros que olvidamos y que como mucho regresan de forma pasajera como recuerdos de recuerdos, y los otros tantos que nos gustaría olvidar antes incluso de tiempo...
Sí, al final dentro de nosotros hay tal cantidad de protagonistas que no es extraño que se creen esas batallas campales que tan descolocados, agotados y perdidos nos dejan en ocasiones.
Y cada cual con su función y su importancia...
Y si a cada una de esas vidas le unimos la relación con otras muchas que funcionan de forma igual de compleja...las aventuras se multiplican...y las batallas...
No deja de maravillarme tanta perfección imperfecta...  




viernes, 10 de julio de 2015

Seres especiales

Quizá se piensa en alguien curioso, diferente, hasta incluso raro. Alguien que deja huella, alguien fuera de lo común en algunos aspectos, entrañable en otros. Supongo que puede ser entendido para bien o para mal.
Pero creo que ser especial es otra manera diferente de ser. No es ser alguien más, no es lograr lo que todos logran o incluso un poco más. Tampoco buscar resaltar o ser diferente por que sí.
Seres especiales son esos que me encuentro cada mañana en su particular lucha por la vida. Que entre el querer y no querer, un día de ánimo agradable que se come el mundo, otro de ánimo decaído que se pasa las horas llorando, entre abrazos y juegos, hacen el mayor esfuerzo de sus vidas y de los que les rodean, por salir adelante.
Quizá pareciera que para ser "normales". Yo creo que no. Su grandeza es que precisamente nunca van a serlo. Su interior está forjado de un fuego muy distinto al normal. ¡La valía es tan distinta en esas vidas! De una calidad tan especial que quizá por eso, por lo que supone, por no ser del montón, por no pasar los parámetros de la normalidad, por no ser ni siquiera entendidos, reciben tantos y tantos calificativos peyorativos a lo largo de la historia.
Yo no puedo evitar pensar y pensar... por qué lo normal tiene que ser lo mejor. Quizá se impone porque es mayoritario, vale, pero de ahí al desprecio, a la infravaloración, a no poder mirar ni un poquito con otros ojos y ver el amor, la sonrisa, la superación, la fuerza, también el desánimo y la rabia, la lucha, la impotencia, y tantas miles de cualidades que están ahí, a flor de piel, día a día...
Al final todo son trabas, al final todo es segundo plano...
Y da pena... no por ellos, por los demás, por nosotros que nos decimos normales y no somos capaces de organizar de otro modo la vida, hasta la economía, porque no somos capaces de valorar y aprender de esos grandes seres humanos que realmente son especiales...

martes, 7 de julio de 2015

De sorpresas y alegrías

Cuando sabes que la sorpresa se va a dar te confías creyendo que será sorpresa para todos menos para ti... sin embargo una vez más, como siempre, la sorprendida acabo siendo yo. Será que en el fondo desconfío de que pueda ocurrir, desconfío de sus maneras, o no llego a creerme los prodigios que se gasta. No lo sé. Sí confiaba que ocurriera, sabía que cuando menos se esperase, cuando todo pareciese imposible, casi hasta cuando se tirase la toalla. Sabía que el secreto era incluso no esperar. Sabía que la relajación, la desconexión, el dejarse del todo, harían efecto. Lo que no sabía es que sería tan...así. Al final ¿qué queda?...Pues una enorme sonrisa y una gran alegría, un enorme Graciassss, y también de corazón una gran enhorabuena amiga!!! Si es que, tengo que decirlo, "tenemos el Jefe más chulo de la fábrica"!!! Toda la historia está llena de sus proezas, tenía que seguir estándolo, hasta para las grandes desconfiadas, jejeje!!

viernes, 3 de julio de 2015

¿Cerrrado? por vacaciones

¡Qué rápido pasa el tiempo!, los días pasan y pasan, y llegan las vacaciones y vuelan aún más...
Y sí, llegaron las tan ansiadas vacaciones, el querer desconectar, el silencio, la calma, la pachorra y fuera las prisas y todo lo que suponga un esfuerzo similar al de todo el año...
Pero cuando las cosas llegan y no las planeas, cuando te dejas llevar de verdad (después de tus buenos berrinches hasta entenderlo y aceptarlo la verdad sea dicha), empiezas a entender que las vacaciones no son un "cerrado y no molesten". Es verdad que exasperan los gritos de los niños o padres algo maleducados a las tres de la tarde, y que no es tan fácil de primeras hacerlo como pensarlo. Pero una vez entras en la dinámica, 100km más que menos parecen no pesar tanto.
Es cierto que la incertidumbre no desaparece, todavía queda mucho por delante y el ritmo no se sabe si será igual de soportable...pero sabes, realmente lo sabes, que el motor es otro y que ese es el único que no falla. Ni siquiera pone condiciones, o quizá sí, una, estar disponible las 24horas, quitar el cartel de cerrado y estar disponible para lo que vaya surgiendo, que aunque de primeras no parezca descanso ni deseado, al final es lo único que realmente llena el corazón.
Tampoco es entonces pasar al otro extremo, al "tienes que" abrirte a los demás, estar disponible, no cerrar puertas, dar oportunidades, poner buena cara, colgarte la sonrisa... ¡No, no es eso, para nada! Eso sólo de pensarlo me chirría, me enferma directamente. Eso no  da energía, te la consume antes incluso de empezar. Eso no te expande, te encoje, eso realmente no funciona, no es real...
¿Cuál es entonces la receta, el secreto, el "hay que"? Pues precisamente, y lo más sensacional, es que no hay. Solo hay hechos, solo hay vivencias, solo hay pasos que marcan caminos, pero ninguno hecho ni terminado y mucho menos señalado para tirar por él.
Y el hecho es el día a día, el corazón, la conciencia, y Su voz que te dice por dónde has de ir caminando. Eso sí, si cierras porque son vacaciones y te niegas a oírla ahí sí que te perdiste porque te martilleará tanto como esos vecinos simpáticos que cuelgan cuadros, o vete a saber qué, a las horas más intempestivas, sea invierno o verano.
De primeras no parece fácil, y cuesta, pero lanzarse y esperar a que se abra el paracaídas al final acaba mereciendo la pena, y veo que siempre se abre, que es lo mejor. El deseo...que continúe...

jueves, 28 de mayo de 2015

Misericordia

Quiero tener misericordia, un día, otro día, y a cada minuto de cada día.
No quiero sentirme ni orgullosa ni fuerte, ni invulnerable, ni autoridad en nada como para poder dejar de sentir que no soy más que nadie, ni siquiera, ni mucho menos en conocimientos.
Quiero tener presente que el alma es más que la simple presencia. Quiero no olvidar nunca que el dolor y el engaño pueden ir de la mano, que sentirme mejor no significa serlo, que detrás de las máscaras frías y duras solo se esconde el miedo.
Quiero creer que cuando algo se me escapa es porque tiene que escaparse para que no me crea importante. Quiero creer que a ese fondo en que todos somos iguales si no todos llegamos es por ceguera y no por malicia.
Quiero recordar mi fragilidad constante y reconocer por qué salgo a flote.
Quiero mostrar que la subjetividad puede ser más valiosa cuando lo objetivo no ayuda, y que lo ético o lo justo no siempre entienden de impulsos, de experiencia, de temor y de esperanza.
No quiero juzgar lo que me supera, lo que no entiendo, lo que no me encaja. Pero no quiero tampoco cegarme ante encrucijadas que por comodidad resulta más fácil resolverlas éticamente.
No será ético, puede. Incluso no será justo. Seguramente.
Pero, quién ha dicho que la vida sea justa. Y mucho menos que tenga que serlo.
La misericordia llega más lejos que la ética y la justicia. Si a mí me llega por qué no ha de llegar a los demás. No sé si tenga sentido, pero quiero que sea mi lucha.
El año que viene será el año de la misericordia...ojalá no se me borre ni un solo segundo del alma...

miércoles, 27 de mayo de 2015

Cuestión de patentes, ¿o de evidencias?

De la tremenda mezcla de sentimientos y emociones que ahora me invaden, quizá el impacto sea el que puede predominar. Me resulta tan increíble, tan importante, tan triste, tan incomprensible y a la vez lógico, tan espeluznante y a la vez descabellado, tan tremendo y a la vez inevitable...
Se trata de las patentes farmacéuticas. Escuchar directamente de los investigadores cómo para las empresas resulta más rentable mantener clientes de por vida tratando sus enfermedades en lugar de curarlas, cuando es posible hacerlo, o cómo se deja de producir un medicamento porque los que lo van a utilizar no tienen dinero y no les sale rentable, o cómo se usa el dinero público para la investigación pero luego se le pone un precio, bastante elevado y arbitrario por cierto, que tiene que pagar el público para poder utilizarlo, me produce a la vez repugnancia y una lógica tan inhumana que me asusta.
Me asusta pensar que no hay nada de evidente en lo que para mí lo es, que lo que parece tan sumamente razonable, como es la dignidad humana, la primacía de la persona, el respeto y la ética, no sea más razonable que el negocio, la inversión y el enriquecimiento. Y lo peor es que lo entiendo. Mi capacidad llega a entender que el negocio para el que busca su propio beneficio y riqueza es lo primero y por tanto no tiene por qué importarle ni interesarle ninguna otra cosa. Y eso me asusta, porque no sé si es una capacidad especial o simplemente que dentro de mí también mora ese egoísmo al que puedo juzgar pero entender.
Entiendo que, por más que quisiera rebatirle o hacerle entender, comprender, y sobre todo sentir, que la vida no puede ser menos importante que la riqueza, la respuesta podría ser ¿y por qué no? ¿por qué hay que respetar? ¿por qué hay que vivir de esta manera y no de esa tan egoísta?
Para mí es muy claro y muy evidente...
Pero que no lo es...
No es tan claro ni tan evidente. No lo es para estas empresas, como no lo es para los que trafican con personas, o los que defienden sus ideas a través del terror.
No lo es porque, cada vez lo tengo más claro, la evidencia no nace más que de un sentimiento y de una voluntad que se cultiva de una forma tan sumamente delicada y misteriosa que ni siquiera sé si tiene plazo. No lo es porque como decía Dostoievski "si Dios no existe, todo está permitido".
Cada vez estoy más convencida. Cada vez lo veo y siento más claro. Sólo desde su experiencia y su amor puede surgir el amor a los demás, el amor y el respeto básico al género humano. Solo así...
Cada vez estoy más convencida... supongo que por eso mismo cada vez me doy cuenta de lo poco evidente que es y de lo poco que se puede imponer...    

jueves, 21 de mayo de 2015

Vivir con miedo

Pueden ser mil los motivos, pero lo cierto es que la realidad se vuelve gris en todos ellos.
El alma encogida, la desconfianza, la continua indefensión, incluso la experiencia de vacío...
Y pensar en una vida así desde el primer minuto prácticamente...
No es nada agradable cuando se debe simplemente a la propia psicología, o a aspectos relativamente controlables. No puedo ni imaginarme lo que debe ser una vida de huida, de persecución continua, de guerra. Sí puedo sentir la impotencia, la desesperanza incluso. Pero no podría aguantar esa vida en las sombras, en la oscuridad, entre ruinas. Matar o morir. Y no sé cuál desgracia pueda ser peor en esas circunstancias...
Y me duele, me duele saber que el final es lejano porque las raíces están ya de por sí envenenadas de odio y destinadas a perpetuar la masacre...
Yo ahora pienso en la guerra, y no puedo evitar que la mente se me vaya a esas mentes tan extrañas para mí que pueden entender o pensar razonable lo que para mí es tan doloroso.
Pero hay mil realidades, la explotación, la esclavitud, y tantas otras...
Qué horror es vivir con miedo.
Es algo que se escapa de las manos, que es imposible controlar, y no sé si remediar...
Él lo sabía bien, hasta veinte veces o más lo repite "no tengáis miedo". Lo sabía bien. Es la gran amargura del alma humana. Y no tiene otro remedio...Quiero seguir confiando en ello... porque nadie se merece vivir de esa manera...


domingo, 26 de abril de 2015

Y se me olvida...una vez más

Y sí, se me olvida. Demasiado fácil y demasiado pronto.
Pasan los días y las horas, y al final vuelves la vista y no queda nada, o al menos nada evidente que sirva de consuelo ante los muchos minutos que sientes perdidos.
Todo pasa...irremediablemente es así y no sé si me gusta o más bien no me queda de otra que soportarlo...más bien.
Supongo que ya voy entendiendo eso de que el tiempo vuela y cuando te quieres dar cuenta, o sea, ser consciente, ha pasado media vida y ni siquiera recuerdas como la viviste, más que nada porque dedicaste la mayor parte de ese tiempo a soñar lo que te gustaría o lo que al menos te alejaba de lo que no te gustaba tanto.
Parece fácil cuando te das cuenta. Pero inevitablemente vuelvo a lo mismo una y otra vez. Qué bonito es que el mundo se vuelva del color que tú sueñas, y qué gracioso, original y excitante es pensar que las cosas son como tú las estás soñando. Lo son menos cuando despiertas y vuelves a poner los pies en la tierra. No es que sea malo, al contrario, desde luego, pero no agrada tanto y no es tan fácil ni claro saber por dónde querrías caminar realmente en caso de no haberte dormido e ido a las nubes.
¡Ay la memoria! Aliada a veces, pero otras muchas traicionera. Recordar todo sería horrible, pero también olvidar todo es la gran tragedia que tanto miedo da siquiera imaginar.
Y sin embargo es un hecho, el tiempo pasa, y no todo se retiene o no todo se quiere retener...ni a todo se quiere afrontar...ni todo apetece ser vivido...o al menos...recordado...

jueves, 26 de marzo de 2015

Al final del túnel

La luz siempre está al final del túnel, sí, de eso no hay duda.
La duda está cuando el túnel comienza y no tiene fin, y pasa un día y pasa otro y parece que se hace eterno. Al final el secreto es "vivir de fe", pero ¿por qué cuesta tanto?
Con lo fácil que es ver los caminos de los demás, ver sus luces, incluso aventurarse a conjeturar, adivinar y aconsejar con una sapiencia asombrosa...
Y cuando es uno mismo...ahí ya no es tan fácil. Entras en el túnel y a veces pareciera recurrente, sin querer salir de él. Supongo que es más cómodo quedarse con el mal conocido que aventurarse a lo desconocido por bueno que sea. Aunque eso no deja de ser triste, bastante triste.
No dejo de repetirme una y otra vez ¿por qué cuesta tanto confiar?
Es cierto que la confianza se aprende. Es una experiencia vital, se encarna desde que nacemos gracias a las personas que nos rodean. Y desde luego las personas traumadas o marcadas desde pequeñas difícilmente logran avanzar. Pero es curioso que muchas veces sí que lo logran. Y las otras muchas que han vivido tranquila y sosegadamente, en ambientes normalizados y calmados, queridos y protegidos, con todo para lograr ese aprendizaje y esa asimilación...pues no, no lo conseguimos.
Es triste, es otra de las tristezas de la vida, de esta vida cómoda de sofá, incomparable a las miles de tragedias que existen en el mundo y que no se cuestionan porque directamente actúan para sobrevivir.
Al menos siempre queda la esperanza...al final del túnel...  

jueves, 12 de marzo de 2015

La verdadera savia

Por más que se repita una y mil veces una mentira no pasa a ser verdad.
Pero pareciera que guardamos la confianza en que ese milagro se dé y lo que nos interesa, porque al final de fondo siempre, siempre, hay algún interés, se acabe cumpliendo. Si no podemos directamente pues intentamos implicar a quienes indirectamente puedan hacerlo, aunque a ellos les suponga doble esfuerzo, carga y sacrificios varios. Uf, debe ser un interés bien grande e importante cuando se moviliza tanto.
En fin, será el estrés que me hace ser suspicaz, es muy posible.
Pero también que no puedo guardar mi sentido crítico en un cajón cuando me repiten y me repiten lo mismo como algo maravilloso sin un fundamento sólido ni que me convenza.
Y seguro que es cosa mía, que ciertamente el mundo está cambiando y ha cambiado, y los farmacéuticos hacen un trabajo totalmente distinto al que hacían hace 5 años, o los ópticos, o los médicos, o los funcionarios, o los que opositan para jueces, notarios, etc.
Será que mi estrés no me deja ver cómo han hipercambiado esas profesiones. Y es que no todos servimos para emprender...
Y aún más lejos, no me deja ver, y mucho menos creerme, que la motivación para algo, y menos para aprender, pueda venir desde fuera. Por muy novedoso que sea ese "fuera" al cabo del tiempo, tarde más o menos, deja de ser novedoso y por lo tanto deja de motivar. Entonces ¿qué?
Ah ya! seguir innovando para no caer en el aburrimiento, volviéndonos más bien payasos de circo.
¿O no será más bien que es lo que interesa a todo ese negocio de fondo que mueve tantos intereses?
Uy ves, si es que es imposible que no salga mi parte tóxica y estresada que me hace pensar tan mal.
Bueno, al menos tengo a algo a lo que culpar para eliminar mi responsabilidad... mira eso sí que se me ha contagiado bien ;p
Pues a pesar de mis cegueras, de mi toxicidad y de mi estrés, sigo en mis trece y, la verdad, ojalá no salga. La única motivación, la verdadera savia, que puede mover el mundo, nuestro mundo, interno y externo, no puede salir de otro sitio que desde dentro, desde ese pozo que se nos olvida y que queremos tapar decorando y adornando con múltiples seudónimos, y que no deja de ser otro que el amor auténtico puro e incondicional que nos llama a vivir la vida de una forma realmente plena y autónoma.
Sin eso...todo serán intereses, innovaciones y reinvenciones, vanas y absurdas...

lunes, 2 de marzo de 2015

Derechos y derechos

-"¿Por qué haces eso? ¿Por qué gritas de esa forma?"
- "Porque quiero que se me oiga y se respeten mis derechos"
- "Ah tus derechos, ya".
- "¿Qué pasa? ¡Tú no lo hagas y verás cómo acabas!"
- "El problema es que si para defender tus derechos tienes que pisotear los demás no tengo yo tan claro que eso sean realmente derechos".
- "Yo no pisoteo los derechos de nadie".
- "¿Ah no? Cuando tú gritas ¿qué pasa con mi derecho al silencio? Cuando tú insultas y te expresas contra mí, ¿qué pasa con mi derecho al respeto?"
- "Vaya es eso"
-"Cuando tú quieres hacer huelga y me obligas a mí, ¿qué pasa con mi derecho a trabajar y no hacerla?"
- "Es que es normal, si no entonces ¿qué?"
- "Pues eso, eso es lo que yo me pregunto ¿qué? ¿Qué pasa con el derecho de los demás cuando por proclamar los derechos propios de cualquier manera, se acaban pisoteando?"
- "Vuelta a lo mismo"
- "Supongo que eso mismo dirá el "dictador" contra el que protestas porque no quiere ni escuchar ni respetar tus quejas"... 

domingo, 18 de enero de 2015

Cuando no tengo nada que decir

"Año nuevo, vida nueva" y esas cosas que se suelen decir... pero al final el tiempo pasa y todo sigue igual... Piensas y piensas pero tienes tan poco que decir...
Y hasta eso me resulta importante. ¿Qué pasa con esos momentos en los que no tienes nada que decir? La comodidad lleva a tirar la toalla, a desaparecer, a dejar de estar porque parece que algo falta, algo falla, o que ya no es lo mismo y la chispa ya no existe porque desapareció o porque no parece que vaya a surgir. Sin embargo, creo firmemente en los momentos en los que nada hay que decir. Cuando no hay nada que decir es cuando más se necesitan las presencias, cuando más se echan de menos y se notan las ausencias, cuando más duelen las indiferencias.
Saber que estás, aunque no sepas, o no tengas nada que decir. Estar ahí, sencillamente estar ahí...
Sería mucho más fácil notar su día a día, el de verdad, el que aparentemente no dice nada y sin embargo no deja de estar, y está siempre. Gracias.
Espero ser así, con tantos nombres que se me vienen a la mente, a los que extraño, a los que recuerdo y quiero,... aunque los días pasen porque no tenga nada que decir...