martes, 13 de octubre de 2015

De nuevo huele a otoño

La suave brisa mientras paseo y el oscurecer tan tempranero, hacen que la mente divague y se traslade a esas nubes inquietas y grises que no tardarán en acercarse.
Aunque los bosques de hojas ya doradas que van cayendo me quedan un poco lejos, no dejo de evocarlas al caer la tarde.
Así como esas chimeneas que empiezan a chisporrotear aún con poca fuerza.
La taza humeante de té, el silencio que tanto me acompaña...
Sin duda me huele a otoño... Un otoño que esta vez no me parece ni solitario ni sombrío...
Tu presencia llena cada hueco, cada espacio y cada suspiro. Mi soledad me acompaña más que nunca y te haces presente en ella como la claridad más deslumbrante de un fuerte día de verano.
Huele a otoño, a hojas secas, a maderas que se queman, a recuerdos del pasado, a futuros inciertos, a brisas que pronto se volverán gélidas...Huele a otoño y me impregna tanto y tan profundamente que me atrevo a decir que me huele a Ti...
Y es que cuando tu presencia y tu olor inundan todo...hasta el más gris, oscuro, triste, incierto y desangelado otoño me sonríe como el más bonito rincón del día a día de la vida. A tu lado... ojalá cada día fuera ese tipo de otoño...


lunes, 5 de octubre de 2015

Buena Noticia

Me sigue sorprendiendo, y dando pena.
Supongo que porque no es fácil renunciar a la idea de ser la salvadora, aunque sea de mi mundo, de mi alrededor. Asumir que no es así, ni debe serlo, al ego no le sienta demasiado bien, supongo.
Pero también influye ver cómo el empeño y el esfuerzo se concentra, o descentra más bien de lo importante.
Ese empeño en "vender" el cristianismo como una religión, como un esfuerzo, como una búsqueda...
Sí, me da pena. Entre otras cosas porque hace apenas unos pocos años yo era la más abanderada casi de esa idea, de ese dogmatismo cerrado y estricto y de ese cumplimiento formal y hasta moral.
Sólo cuando la vida te da de bruces en tus ideas tan bien cuadriculadas, sólo cuando el conocimiento se hace vida en los verdaderos ángeles que el Señor pone en el camino, sólo entonces empiezas a entender, y, si no a vivir aún del todo, a desear profundamente ese auténtico Evangelio...
Ser cristiano no es creer ni siquiera en dogmas, y menos en esos abstractos que ni se entienden fuera del contexto en el que realmente tienen sentido.
Ser cristiano no es esforzarse, ni creer en una religión. Es una fe. Y ni siquiera en el Evangelio, y mucho menos en la Biblia. Es fe, entrega a una persona... Y no es búsqueda porque no hay nada que buscar, al revés, de lo que se trata es de dejarse...amar...
Ser cristiano es creer, desear y amar a una persona viva, muy viva, que te ama aún antes de que existieras, que te acompaña, te guía, te sigue, te tambalea y te sostiene, y solo espera tu sí, tu deseo, tu asentimiento de corazón, aún entre un millar de dudas, para cambiarte la vida de raíz y hacerte feliz plenamente y en esta vida, como anticipo de lo que será después... Y es tan pero tan Buena Noticia que a los primeros seguidores les sonó a gloria, y les transformó la vida, como a todos aquellos a quienes se atrevieron a decir sí a la locura de ese Evangelio, los santos, los felices, los dichosos... por eso me sigue llamando la atención que se presente como fe en un libro, o en tradiciones, o hasta en dogmas, muy necesarios para conocer y amar a esa persona (¡¿a quién se le va a amar si no se le conoce?! ), pero muy vacíos y hasta absurdos si ni tan siquiera se tiene el deseo de conocerla.
Ay qué lindo sería..., bueno realmente qué lindo es, y qué distinto de eso que sigue sonando...a rancio...A ver si algún día lo dice el Papa para que se empiece por fin a ver...

jueves, 1 de octubre de 2015

Modelos

Ojalá nunca tuviera que ser modelo de nada... y sin embargo, lo soy...
¡Cuántos errores, conscientes e inconscientes! ¡Cuántos despistes, enredos, entuertos!
Y si algo me salva es la intención, o la inconsciencia.
Pensar que alguien pueda estar pensando que lo que hago ha de ser imitable me da una vergüenza terrible.
Y por todas partes se empeñan no ya en que lo sea, sino en que de hecho lo soy.
No puedo negarme, que es lo peor.
Sí puedo, y quiero e intento, no serlo, que la libertad y la razón se aceleren lo más posible cuando yo estoy en puertas para que la autonomía llegue antes que cualquier pequeña posibilidad de que se me considere más allá de lo que quiero ser: la voz que recuerda el dedo que apunta a la luna.
No quiero ser el dedo, me da miedo hasta pensarlo.
Y tampoco entiendo que haya quien quiera o pretenda serlo...
Con lo fácil que es de malinterpretar, de tergiversar, o de usar mal y hasta en contra...
Con lo fácil que es mirar motas en los ojos ajenos...
Hasta el mejor y más hermoso de los modelos, el único diría yo, se utiliza a conveniencia y se interpreta según interesa, se toma y se suelta según beneficia, y hasta casi que se explota como monopolio...
No lo entiendo, y no quiero caer en ello...
Y seguro que por más que lo repita, por más que lo quiera, y hasta lo desee...también caigo...