La luz siempre está al final del túnel, sí, de eso no hay duda.
La duda está cuando el túnel comienza y no tiene fin, y pasa un día y pasa otro y parece que se hace eterno. Al final el secreto es "vivir de fe", pero ¿por qué cuesta tanto?
Con lo fácil que es ver los caminos de los demás, ver sus luces, incluso aventurarse a conjeturar, adivinar y aconsejar con una sapiencia asombrosa...
Y cuando es uno mismo...ahí ya no es tan fácil. Entras en el túnel y a veces pareciera recurrente, sin querer salir de él. Supongo que es más cómodo quedarse con el mal conocido que aventurarse a lo desconocido por bueno que sea. Aunque eso no deja de ser triste, bastante triste.
No dejo de repetirme una y otra vez ¿por qué cuesta tanto confiar?
Es cierto que la confianza se aprende. Es una experiencia vital, se encarna desde que nacemos gracias a las personas que nos rodean. Y desde luego las personas traumadas o marcadas desde pequeñas difícilmente logran avanzar. Pero es curioso que muchas veces sí que lo logran. Y las otras muchas que han vivido tranquila y sosegadamente, en ambientes normalizados y calmados, queridos y protegidos, con todo para lograr ese aprendizaje y esa asimilación...pues no, no lo conseguimos.
Es triste, es otra de las tristezas de la vida, de esta vida cómoda de sofá, incomparable a las miles de tragedias que existen en el mundo y que no se cuestionan porque directamente actúan para sobrevivir.
Al menos siempre queda la esperanza...al final del túnel...
La duda está cuando el túnel comienza y no tiene fin, y pasa un día y pasa otro y parece que se hace eterno. Al final el secreto es "vivir de fe", pero ¿por qué cuesta tanto?
Con lo fácil que es ver los caminos de los demás, ver sus luces, incluso aventurarse a conjeturar, adivinar y aconsejar con una sapiencia asombrosa...
Y cuando es uno mismo...ahí ya no es tan fácil. Entras en el túnel y a veces pareciera recurrente, sin querer salir de él. Supongo que es más cómodo quedarse con el mal conocido que aventurarse a lo desconocido por bueno que sea. Aunque eso no deja de ser triste, bastante triste.
No dejo de repetirme una y otra vez ¿por qué cuesta tanto confiar?
Es cierto que la confianza se aprende. Es una experiencia vital, se encarna desde que nacemos gracias a las personas que nos rodean. Y desde luego las personas traumadas o marcadas desde pequeñas difícilmente logran avanzar. Pero es curioso que muchas veces sí que lo logran. Y las otras muchas que han vivido tranquila y sosegadamente, en ambientes normalizados y calmados, queridos y protegidos, con todo para lograr ese aprendizaje y esa asimilación...pues no, no lo conseguimos.
Es triste, es otra de las tristezas de la vida, de esta vida cómoda de sofá, incomparable a las miles de tragedias que existen en el mundo y que no se cuestionan porque directamente actúan para sobrevivir.
Al menos siempre queda la esperanza...al final del túnel...