Quiero tener misericordia, un día, otro día, y a cada minuto de cada día.
No quiero sentirme ni orgullosa ni fuerte, ni invulnerable, ni autoridad en nada como para poder dejar de sentir que no soy más que nadie, ni siquiera, ni mucho menos en conocimientos.
Quiero tener presente que el alma es más que la simple presencia. Quiero no olvidar nunca que el dolor y el engaño pueden ir de la mano, que sentirme mejor no significa serlo, que detrás de las máscaras frías y duras solo se esconde el miedo.
Quiero creer que cuando algo se me escapa es porque tiene que escaparse para que no me crea importante. Quiero creer que a ese fondo en que todos somos iguales si no todos llegamos es por ceguera y no por malicia.
Quiero recordar mi fragilidad constante y reconocer por qué salgo a flote.
Quiero mostrar que la subjetividad puede ser más valiosa cuando lo objetivo no ayuda, y que lo ético o lo justo no siempre entienden de impulsos, de experiencia, de temor y de esperanza.
No quiero juzgar lo que me supera, lo que no entiendo, lo que no me encaja. Pero no quiero tampoco cegarme ante encrucijadas que por comodidad resulta más fácil resolverlas éticamente.
No será ético, puede. Incluso no será justo. Seguramente.
Pero, quién ha dicho que la vida sea justa. Y mucho menos que tenga que serlo.
La misericordia llega más lejos que la ética y la justicia. Si a mí me llega por qué no ha de llegar a los demás. No sé si tenga sentido, pero quiero que sea mi lucha.
El año que viene será el año de la misericordia...ojalá no se me borre ni un solo segundo del alma...
No quiero sentirme ni orgullosa ni fuerte, ni invulnerable, ni autoridad en nada como para poder dejar de sentir que no soy más que nadie, ni siquiera, ni mucho menos en conocimientos.
Quiero tener presente que el alma es más que la simple presencia. Quiero no olvidar nunca que el dolor y el engaño pueden ir de la mano, que sentirme mejor no significa serlo, que detrás de las máscaras frías y duras solo se esconde el miedo.
Quiero creer que cuando algo se me escapa es porque tiene que escaparse para que no me crea importante. Quiero creer que a ese fondo en que todos somos iguales si no todos llegamos es por ceguera y no por malicia.
Quiero recordar mi fragilidad constante y reconocer por qué salgo a flote.
Quiero mostrar que la subjetividad puede ser más valiosa cuando lo objetivo no ayuda, y que lo ético o lo justo no siempre entienden de impulsos, de experiencia, de temor y de esperanza.
No quiero juzgar lo que me supera, lo que no entiendo, lo que no me encaja. Pero no quiero tampoco cegarme ante encrucijadas que por comodidad resulta más fácil resolverlas éticamente.
No será ético, puede. Incluso no será justo. Seguramente.
Pero, quién ha dicho que la vida sea justa. Y mucho menos que tenga que serlo.
La misericordia llega más lejos que la ética y la justicia. Si a mí me llega por qué no ha de llegar a los demás. No sé si tenga sentido, pero quiero que sea mi lucha.
El año que viene será el año de la misericordia...ojalá no se me borre ni un solo segundo del alma...