jueves, 28 de mayo de 2015

Misericordia

Quiero tener misericordia, un día, otro día, y a cada minuto de cada día.
No quiero sentirme ni orgullosa ni fuerte, ni invulnerable, ni autoridad en nada como para poder dejar de sentir que no soy más que nadie, ni siquiera, ni mucho menos en conocimientos.
Quiero tener presente que el alma es más que la simple presencia. Quiero no olvidar nunca que el dolor y el engaño pueden ir de la mano, que sentirme mejor no significa serlo, que detrás de las máscaras frías y duras solo se esconde el miedo.
Quiero creer que cuando algo se me escapa es porque tiene que escaparse para que no me crea importante. Quiero creer que a ese fondo en que todos somos iguales si no todos llegamos es por ceguera y no por malicia.
Quiero recordar mi fragilidad constante y reconocer por qué salgo a flote.
Quiero mostrar que la subjetividad puede ser más valiosa cuando lo objetivo no ayuda, y que lo ético o lo justo no siempre entienden de impulsos, de experiencia, de temor y de esperanza.
No quiero juzgar lo que me supera, lo que no entiendo, lo que no me encaja. Pero no quiero tampoco cegarme ante encrucijadas que por comodidad resulta más fácil resolverlas éticamente.
No será ético, puede. Incluso no será justo. Seguramente.
Pero, quién ha dicho que la vida sea justa. Y mucho menos que tenga que serlo.
La misericordia llega más lejos que la ética y la justicia. Si a mí me llega por qué no ha de llegar a los demás. No sé si tenga sentido, pero quiero que sea mi lucha.
El año que viene será el año de la misericordia...ojalá no se me borre ni un solo segundo del alma...

miércoles, 27 de mayo de 2015

Cuestión de patentes, ¿o de evidencias?

De la tremenda mezcla de sentimientos y emociones que ahora me invaden, quizá el impacto sea el que puede predominar. Me resulta tan increíble, tan importante, tan triste, tan incomprensible y a la vez lógico, tan espeluznante y a la vez descabellado, tan tremendo y a la vez inevitable...
Se trata de las patentes farmacéuticas. Escuchar directamente de los investigadores cómo para las empresas resulta más rentable mantener clientes de por vida tratando sus enfermedades en lugar de curarlas, cuando es posible hacerlo, o cómo se deja de producir un medicamento porque los que lo van a utilizar no tienen dinero y no les sale rentable, o cómo se usa el dinero público para la investigación pero luego se le pone un precio, bastante elevado y arbitrario por cierto, que tiene que pagar el público para poder utilizarlo, me produce a la vez repugnancia y una lógica tan inhumana que me asusta.
Me asusta pensar que no hay nada de evidente en lo que para mí lo es, que lo que parece tan sumamente razonable, como es la dignidad humana, la primacía de la persona, el respeto y la ética, no sea más razonable que el negocio, la inversión y el enriquecimiento. Y lo peor es que lo entiendo. Mi capacidad llega a entender que el negocio para el que busca su propio beneficio y riqueza es lo primero y por tanto no tiene por qué importarle ni interesarle ninguna otra cosa. Y eso me asusta, porque no sé si es una capacidad especial o simplemente que dentro de mí también mora ese egoísmo al que puedo juzgar pero entender.
Entiendo que, por más que quisiera rebatirle o hacerle entender, comprender, y sobre todo sentir, que la vida no puede ser menos importante que la riqueza, la respuesta podría ser ¿y por qué no? ¿por qué hay que respetar? ¿por qué hay que vivir de esta manera y no de esa tan egoísta?
Para mí es muy claro y muy evidente...
Pero que no lo es...
No es tan claro ni tan evidente. No lo es para estas empresas, como no lo es para los que trafican con personas, o los que defienden sus ideas a través del terror.
No lo es porque, cada vez lo tengo más claro, la evidencia no nace más que de un sentimiento y de una voluntad que se cultiva de una forma tan sumamente delicada y misteriosa que ni siquiera sé si tiene plazo. No lo es porque como decía Dostoievski "si Dios no existe, todo está permitido".
Cada vez estoy más convencida. Cada vez lo veo y siento más claro. Sólo desde su experiencia y su amor puede surgir el amor a los demás, el amor y el respeto básico al género humano. Solo así...
Cada vez estoy más convencida... supongo que por eso mismo cada vez me doy cuenta de lo poco evidente que es y de lo poco que se puede imponer...    

jueves, 21 de mayo de 2015

Vivir con miedo

Pueden ser mil los motivos, pero lo cierto es que la realidad se vuelve gris en todos ellos.
El alma encogida, la desconfianza, la continua indefensión, incluso la experiencia de vacío...
Y pensar en una vida así desde el primer minuto prácticamente...
No es nada agradable cuando se debe simplemente a la propia psicología, o a aspectos relativamente controlables. No puedo ni imaginarme lo que debe ser una vida de huida, de persecución continua, de guerra. Sí puedo sentir la impotencia, la desesperanza incluso. Pero no podría aguantar esa vida en las sombras, en la oscuridad, entre ruinas. Matar o morir. Y no sé cuál desgracia pueda ser peor en esas circunstancias...
Y me duele, me duele saber que el final es lejano porque las raíces están ya de por sí envenenadas de odio y destinadas a perpetuar la masacre...
Yo ahora pienso en la guerra, y no puedo evitar que la mente se me vaya a esas mentes tan extrañas para mí que pueden entender o pensar razonable lo que para mí es tan doloroso.
Pero hay mil realidades, la explotación, la esclavitud, y tantas otras...
Qué horror es vivir con miedo.
Es algo que se escapa de las manos, que es imposible controlar, y no sé si remediar...
Él lo sabía bien, hasta veinte veces o más lo repite "no tengáis miedo". Lo sabía bien. Es la gran amargura del alma humana. Y no tiene otro remedio...Quiero seguir confiando en ello... porque nadie se merece vivir de esa manera...